CÓMO PUEDE LA FILOSOFÍA AYUDAR A LOS NIÑOS PARA AFRONTAR TIEMPOS INCIERTOS

Por: Laura D´Olimpio*

Profesora titular de Filosofía de la Educación, Universidad de Birmingham**

Co-fundadora y co-editora del Journal of Philosophy in Schools

 

La pandemia actual ha interrumpido la vida como la conocíamos. Las personas -individuos y naciones- han reaccionado de maneras diferentes al impacto. Todos hemos tratado de hallarle sentido a la situación a medida que las restricciones fueron introducidas para gobernar y modificar nuestras rutinas diarias – restricciones que a menudo nos obligaron a tomar decisiones difíciles o sacrificios. Continuamos ajustándonos a reglas cambiantes a medida que el confinamiento empieza a suavizarse.

Esta no será la última vez que sea necesario tomar decisiones difíciles. Necesitamos pensar acerca de qué podemos hacer para estar mejor preparados en el futuro. En particular, necesitamos equipar a nuestros niños con las habilidades para responder bien a las crisis y tomar buenas decisiones.

Una forma en la que podemos ayudar a los niños a responder constructivamente a las amenazas existenciales futuras es enseñándoles filosofía. Ante la incertidumbre, las habilidades de pensamiento crítico que pueden ayudar con la toma de decisiones éticas y la argumentación razonada son vitales. Estas son particularmente necesarias para que la democracia funcione adecuadamente.[1] ¿Cómo podemos tomar y defender las buenas decisiones? La filosofía puede ayudar.

 

Plantear preguntas

El mejor lugar para empezar a discutir filosofía con niños es con sus propias preguntas y temas acerca de los que ya tienen curiosidad. Los niños han estado planteando preguntas relacionadas con la pandemia y las restricciones a su libertad. Los adultos en sus vidas han tenido que explicar por qué no pueden ir a la escuela o jugar con sus amigos, por qué es tan importante que se laven las manos y por qué deben mantenerse a dos metros de distancia de los demás.

Responder algunas preguntas en particular involucra consideraciones filosóficas y éticas: Si todos deberían sufrir para proteger a los miembros más vulnerables de la sociedad, y a qué tanto de nuestra libertad deberíamos renunciar para impedir que la gente se enferme. Los jóvenes bien pueden cuestionarse que, si algunas personas ignoran las reglas de distanciamiento social, por qué otros no deberían ignorarlas también.

Reflexionar sobre cuestiones relacionadas con el poder, la autonomía, la toma de decisiones morales y los valores está en el corazón de la filosofía. La filosofía da herramientas que pueden ayudar a niños y jóvenes[2] a darle sentido a sus experiencias y considerar las implicaciones de la situación en la cual nos encontramos.

Esta es una oportunidad maravillosa para atraer a los niños hacia una reflexión filosófica apropiada a su edad. Esto puede hacerse con historia, como los libros para niños sobre el coronavirus.[3]

Después de leer el cuento juntos, se invita a que los niños formulen sus preguntas y se elige una pregunta abierta, reflexiva, para estimular el diálogo sobre este tema. La discusión puede incluir la clarificación de ciertos conceptos, como el cuidar o dañar a alguien. Podría jugarse un juego conceptual,[4] lo cual es una forma divertida de que los niños busquen definiciones de un concepto usando ejemplos -por ejemplo, de una conducta cuidadosa o no cuidadosa. Esto ayuda a definir términos clave y explorar ideas éticas asociadas.

 

Una teoría útil que podemos emplear para pensar acerca de nuestras vidas en confinamiento es el “principio de daño” del filósofo John Stuart Mill.[5] El principio de daño enuncia que la libertad individual no debería restringirse a menos que se cause daño a otros. Este principio puede explicar por qué todos tenemos nuestra libertad restringida durante la pandemia, a pesar del hecho de que una minoría de personas es afectada de manera más adversa. Toma en cuenta no solamente valores económicos, sino valores éticos también.

Adicionalmente, podemos aplicar la ética del cuidado. [6] Esta perspectiva nos invita a actuar a partir de una respuesta de cuidado o compasiva. Nos pide considerar cómo podemos mostrar amabilidad hacia otros y reforzar un sentido de comunidad y pertenencia dentro de la sociedad. Los niños están familiarizados con conceptos como cuidado, daño, justicia y equidad – temas bien investigados por los filósofos.

Pensamiento crítico

Pensar con claridad implica evaluar cuidadosamente una situación y avanzar desde un punto inicial razonable – una premisa – hasta una conclusión sólida. Tomar una decisión informada involucra considerar varias opciones.

No es fácil sopesar factores complejos cuando se enfrentan circunstancias difíciles. Sin embargo, la filosofía puede ayudarnos. La filosofía confronta ideas entre sí con el fin de identificar sus fortalezas y debilidades.

Foto por Lakshmiprasad S. en https://observatorio.tec.mx/edu-news/lecciones-covid-19-educacion, consultado el 11/08/2020

Pero lo que importa no es sólo argumentar con el fin de obtener puntos. Existe también una idea llamada “confrontación virtuosa”, [7] que fomenta la búsqueda de la verdad al mismo tiempo que ser consciente o ser incluyente, compasivo y respetuoso. Queremos que los jóvenes aprendan a ser razonables, pero también queremos que sean éticos. Es importante animarlos a adoptar diferentes perspectivas, no simplemente asumir una manera de ver el mundo.

En el aula, enseñar filosofía a los jóvenes puede orientarse a descubrir significados compartidos a través de la discusión, con los estudiantes construyendo a partir de las ideas de otros y buscando comprender diferentes puntos de vista. Cuando enseñamos de esta manera, [8] la filosofía puede ser colaborativa, no solamente competitiva.

Dada la posibilidad de disrupciones futuras en la forma de nuevas o continuas pandemias, clima extremo y los efectos del calentamiento global, agitación política o inestabilidad económica, todos los niños de edad escolar se beneficiarían estudiando filosofía. [9] 

Aprender filosofía, en específico la argumentación razonada, el diálogo y el desacuerdo respetuoso, nos dota de un equipo de habilidades vitales de pensamiento crítico. Estas habilidades apoyarán la resolución de problemas y la toma de decisiones éticas requeridas durante tiempos de incertidumbre.

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*Traducción de: Patricia Díaz Herrera (UACM, Academia de Filosofía e Historia de las ideas)

** Publicado el 09 de junio de 2020 en el sitio The Conversation, sección “Education”:

https://theconversation.com/how-philosophy-can-help-children-cope-with-uncertain-times-140122?fbclid=IwAR2VM3cvFh-twJs_UfhVgtBSJqDCQ7XBe_EO89rr7XgQbycmrxriBnMmSJE

[1] https://criticalthinking.org.au/why-democracy-needs-more-critical-thinkers/?fbclid=IwAR0CB6yTzjVRTQhnY1QtUq89cBdITUU2hLFO9CFv9ckgPhnt1SxsreCo5o8

[2] http://dailynous.com/2015/07/22/more-on-the-benefits-of-philosophy-for-kids/

[3] En el sitio donde se publicó originalmente esta nota, después de este párrafo se incluyó una imagen y el enlace donde se descarga libremente el siguiente libro: Jenner, E., Wilson, K. y Roberts, N. (2020) Coronavirus. A Book For Children. Ilustrado por Axel Scheffler.  UK: Nosy Crow Ltd.

https://nosycrowcoronavirus.s3-eu-west-1.amazonaws.com/Coronavirus_ABookForChildren.pdf

La traducción al español se descarga gratuitamente en un sitio de Editorial Planeta:

https://www.planetadelibros.com.ar/pdf/Coronavirus.pdf

(Nota de la traductora)

[4] https://www.philosophyforchildren.org/resources/lesson-plans/

[5] https://ethics.org.au/ethics-explainer-the-harm-principle/

[6] https://ethics.org.au/ethics-explainer-ethics-of-care/

[7] https://manifestvirtue.wordpress.com/2015/06/02/aggression-virtue-and-philosophy/

[8] https://engagedphilosophy.org/full-videos/

[9] https://www.forbes.com/sites/davidebanis/2019/11/21/why-its-important-to-teach-children-philosophy/#3d3bf07f5875

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XXIII)

REFLEXIONES SOBRE LA PANDEMIA, LA BIOPOLÍTICA Y EL ESTADO

Por Roberto Rodríguez Soriano * 

El virus SARS-COV-2 vino a mostrar de manera más exacerbada todas las contradicciones, desigualdades e injusticias sobre las que se configuran nuestras sociedades capitalistas contemporáneas.

En las reflexiones tempranas que se hicieron desde las humanidades al respecto de la pandemia supusieron que el virus establecería una especie de igualdad natural que se sobrepondría a las desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales. Esta idea se justificaba bajo la premisa de que el virus, aceptando la metáfora, era ciego en cuanto a quién infectaba. El virus lo que buscaba, para su reproducción y subsistencia, era a un organismo para infectarlo y así reproducirse. En otras palabras, las células de cualquier ser humano, en tanto organismo, le daba igual, aceptando otra vez la metáfora, para reproducirse. En el fondo se estaba suponiendo al ser humano como un organismo biológico meramente. Es decir, se escindía esa parte biológica del ser humano, en una partición bastante artificiosa, de su otra dimensión sociopolítica cultural porque ésta no sería relevante toda vez que el planteamiento de la cuestión médica sanitaria se reducía al enfrentamiento de un organismo pluricelular frente a un virus.

Entre las diferentes estrategias para afrontar la pandemia se implementó una que partía enteramente de ese supuesto. Fue la llamada “inmunización de rebaño” o “inmunización de manada”. Tomo esta estrategia porque es la que permite observar de manera más evidente las implicaciones que la los principios anteriormente referidos tienen consigo en cuanto a una estrategia biopolítica.

«Barco de esclavos» (Personas en el Metro) Yan Carpenter

Dentro de la zoología, y también desde el lenguaje cotidiano, por referencia a ésta, se utiliza el término de “manada” para designar a un conjunto de animales de la misma especie que están y/o se mueven juntos. Con este término, en este mismo sentido, más allá del reconocimiento de ciertas jerarquías y roles de algunos de los miembros, se enfatiza la indiferenciación y el gregarismo de éstos. Se centra en un comportamiento grupal compartido. En otras palabras, el término manada delimita, diferencia y discrimina a un grupo de animales de otros, de manera grupal. No individual. La unidad de una “manada” se define a partir de diferentes características. Éstas son principalmente biológicas («genómicas»), a partir de las cuales se definen especies animales específicas. También habría que decir que el término sólo se aplica a grupos animales llamados «superiores».

La utilización de este concepto para referir a grupos humanos tiene varias implicaciones de diverso índole. Una de éstas tiene que ver con el enfatizar lo biológico del ser humano que, implícitamente, termina contraponiéndose con la dimensión sociopolítica. Para comprender esto me parece que es útil hacer referencia a la distinción básica y nodal entre zoé y bios que maneja el enfoque biopolítico del filósofo italiano Giorgio Agamben. Siguiendo a la filósofa Hanna Arendt, pone la atención en Aristóteles quien define al ser humano como politikón zôion. Acordé con esto, el ser humano sería un «animal político». Es decir, su vida (su existencia) tendría una dimensión netamente biológica, corporal y fisiológica. Ésta es la zoé. En esto no se diferenciaría de otra vida animal. Asimismo, tendría una dimensión socio-política que remitiría al bios, que es la que le daría su especificidad

La palabra griega zôion designa un animal. Entonces, los otros animales y el ser humano comparten la misma condición natural en el sentido de zôion. Sin embargo, la particularidad del ser humano es su condición de politikón. Aristóteles define con precisión que cualquier humano que no cumpla con esta condición no es un ser humano, es decir, en nada es diferente de un animal. Entonces, la vida zoé (vida netamente biológica) está condicionada o determinada, en el caso del ser humano, por la vida política (bios).

Ahora, lo que Aristóteles hace es reconocer en el ser humano dos dimensiones fundamentales de la vida humana: una biológica y otra social (o política). El ser humano se concibe en esta doble identidad constitutiva y la escisión. Sin embargo, la distinción es analíticamente artificiosa ya que la vida biológica del ser humano solo puede entenderse en su referencia social. En ausencia de este segundo elemento constitutivo, relacionado con la capacidad racional, correspondería puramente una vida «animal». Es así, que para definir lo humano no basta ninguna de estas dos dimensiones por sí mismas.

El ejército italiano transporta féretros al cementerio de Bergamo Crédito: DPA.

Cuando se habla de “manada” para designar al ser humano, se está connotando la dimensión puramente biológica. Perspectiva que se hace justificar por la contraposición de la vida humana con un virus. Un virus, que, desde la argumentación, lo que pone en peligro es la corporalidad, lo fisiológico del ser humano. Se conceptualiza al ser humano como una “animal infectable”. El error de esta suposición es que ninguna dimensión de lo humano, nunca, acontece netamente fuera de lo político. Ésta es la lección que da la perspectiva biopolítica. Los humanos nunca pueden definirse, ni conceptualizarse, como una “manada” porque la condición de su vida es ya desde siempre (ónticamente) una acto político. El argumento de que el virus encuentra a cualquier huésped humano en la misma condición, por el hecho de su constitución biológica, resulta ser una falacia. La corporalidad de todo ser humano está transitada por lo político: por una condición de género, de clase, de cultura, etc. El virus no encuentra de la misma forma a cualquier huésped humano. Siempre lo encuentra en y con una distinción biológica que está determinada por lo político y social. Un organismo “sano”, que es producto, en el contexto actual, de una condición de privilegio dentro de una estructura socioeconómica capitalista, no estará de la misma forma vulnerable a un organismo que no es “sano”. Y esa condición de salud es determinada por la historicidad que termina definiendo la corporalidad. Asimismo, esa condición define, también, las formas de exposición al virus. Mientras que millones de personas no pueden mantenerse en el resguardo de una cuarentena, o sí pueden hacerlo pero a condición de poner en riesgo su subsistencia, hay otros pocos, una minoría que puede mantenerse en resguardo sin ningún tipo de peligro.

El acto de denominar “manada” a una población humana, resulta ser ya una designación conceptual generada desde una posición política-económica diferenciada y jerárquica que hace ocultar, justamente, esa diferenciación.

El término de “inmunización de rebaño” o de “manada” es sintomática de la práctica biopolítica más elemental a que recurren las organizaciones gubernamentales modernas regidas por élites culturales y económicas.

Aquí se vuelve importante el concepto de interseccionalidad en el que ha insistido tanto el feminismo. Éste supone que las desigualdades de género (o de cualquier otra condición sociohistoricamente construida) no pueden, y no deben, ser entendidas en un sólo plano. Se necesitan comprender como fenómenos de dimensionalidad múltiple. Es decir, a través de intersección de diferentes niveles verticales y horizontales que están implicados en los procesos de diferenciación. Apuntaban ya la perspectiva feminista, que utiliza como método explicativo e interpretativo la interseccionalidad, que no padece de la misma forma la desigualdad, en términos de grado, de intensidad y de proporcionalidad, una mujer en una condición socioeconómica privilegiada, con, por ejemplo, una formación profesional o que desempeña alguna actividad consecuencia de una estructura socioeconómica jerarquizada que una mujer pobre, de una minoría étnica y siendo adulta mayor, por ejemplo.

Las carencias de todo tipo, desde la alimentarias hasta las de habitación y de servicios básicos, han generado la forma determinante de la vulnerabilidad con la que se encara al virus. Se ha dicho que el virus ha develado una igual entre los seres humanos, escondida por las diferencias económicas y sociales, porque ataca tanto a ricos como a pobres. Esto último puede ser cierto, pero no la cuestión de la igualdad. La igualdad, en el sentido en que se entiende con estas interpretaciones, es sólo un término propio del corpus conceptual de la mitología liberal y sobre el que se monta el concepto de la democracia moderna que utilizan estrategias biopolíticas como formas de control y que se exacerban en condiciones de emergencia como la que representa la pandemia. La salud, en su gran medida, no depende de una condición biológica pre-configurada por cuestiones genéticas. La salud depende, en su parte determinante, de la historia de vida de una persona o de un grupo social. Depende de si la persona ha podido o no tener acceso a una adecuada nutrición, a un estilo y ritmo de vida adecuado para el pleno desarrollo físico e intelectual. La salud es una cuestión determinada socialmente; por decirlo de alguna forma, la salud es una cuestión sociocultural. No es lo mismo que el virus ataque a una persona de una condición económica alta a una persona pobre. Ahí no hay ninguna cuestión de igualdad. Y no es que el virus sea selectivo. Lo que se hace selectivo son las posibilidades de salir vivo, viva, o muerto, muerta, de la infección.

Muchas personas, principalmente intelectuales (es muy significativo porque habla de una idiosincrasia de clase) han señalado que las estrategias de aislamiento social han provocado que el ritmo de vida de las personas adquiera otra dimensionalidad. Una más allá de los tiempos eternamente productivos, pudiendo así debilitar a las dinámicas productivistas, mercantilistas y consumistas del capitalismo; a tal grado que vaticinan un golpe mortal al mismo. Han dicho que, añadido a lo anterior, se están generando nuevas formas de interacción social configuradas por la solidaridad, por la sororidad y por un compromiso ético para con el/la otra, rompiendo así también las formar de relación interpersonales individualistas y competitivas de las que vive el capitalismo. Los significados ideológicos hegemónicos del aislamiento, que están sustentados en realidades materiales concretas, se han generado en los países europeos más ricos. Las condiciones materiales de éstos posibilitan el que casi el total de la población pueda parar y recluirse en sus casas; posibilita el que se puedan establecer desde los gobiernos respectivos condiciones de arresto y de grandes multas a los infractores de esas medidas. Sin duda esas estrategias, respaldadas en sus posibilidades económicas, son altamente efectivas en el control de la pandemia (aunque habría que señalar que éstas estrategias, incluso en países ricos, sólo pueden mantenerse por tiempos muy limitados).

Mujer yanomami del Amazonas (Foto de Joedson Alves)

Los países latinoamericanos, en específico México, no tienen ni de lejos la posibilidad de establecer y de imponer esas medidas. México tiene una población conformada por más 40 millones de personas en situación de pobreza y 9 millones más en pobreza extrema. Solamente menos del 30% de la población total puede de alguna manera parar. El otro 70% no puede porque se juegan la vida en ello: si no trabajan mueren de hambre antes que de Covid. Justamente ese 30% de la población es el que está en la mejor condición de afrontar la pandemia. Justamente este porcentaje de la población es el que pude plantearse la idea de la solidaridad y del apoyo mutuo bajo la fórmula “quédate en casa” que a final de cuentas termina instituyéndose en un eslogan de clase. Aquí habría también que preguntarse hasta qué grado esa idea de cooperación, de comunidad y solidaridad no responde a criterios utilitaristas: me preocupo por ti, porque lo que te pase me afecta en términos, no en el sentido de una empatía humanista, sino en el sentido de que habrá un desajuste de la estructura socioeconómica que soporta los propios privilegios de todo tipo.

Entre los modelos de estrategias para atender las pandemias, incluso en las que podrían ser consideradas como más restrictivas y autoritarias, se hace énfasis en que las actividades que producen los medios básicos de subsistencia para la sociedad, no pueden parar. La lógica de esto es transparente. De suspender estas actividades, la sociedad se muere de hambre. Se tiene conciencia de la configuración verticalmente estructurada de la sociedad. Seguramente la pandemia se podrá superar, pero se superará sobre la estructura y  las dinámicas sociales del capitalismo, esto porque no hay otra forma.

Ahora bien, ante este planteamiento y reafirmando la perspectiva de la biopolítica, se hace necesaria la pregunta de ¿qué pasa con el Estado? Hace ya alguna semanas Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, expresaba lo siguiente “¿Van a morir algunos? Van a morir, lo siento. Esta es la vida, esta es la realidad. No podemos detener la fábrica de automóviles porque hay 60,000 muertes de tráfico al año, ¿verdad?”. Esta palabras expresan, no sólo las ideas propias del personaje, sino toda una concepción sobre la vida, la sociedad y el Estado. Esta lógica corresponde enteramente a una forma de dominio biopolítico por parte del Estado en favor de intereses económicos de ciertos sectores sociales y de los capitales globales.

Desde la década de los 70´s se dio un giro hacia el neoliberalismo tanto en la práctica como en el pensamiento político-económico. A partir de esta década se generalizó la desregulación, la privatización y el abandono por el Estado de muchas de las áreas de provisión social. Todos los Estados desde los creados con el derrumbe de la Unión Soviética, hasta los socialdemócratas y pasando por los del bienestar tradicionales, abrazaron alguna de las versiones de la teoría neoliberal.

El proceso de neoliberalización ha acarreado una destrucción de los marcos y de los poderes institucionales existentes en las formas tradicionales de soberanía estatal. Los siguientes puntos, que constituyen el acuerdo con el Consenso de Washington, cuya paternidad se otorgó a John Williamson, sintetizan las medidas que asumieron los estados:

1) Reducción del déficit presupuestario cuya finalidad era solucionar los déficits acumulados.

2) Disminución del gasto público especialmente en la parte destinada al gasto social.

3) Mejoramiento de una recaudación impositiva sobre la base de extensión de impuestos directos, especialmente del IVA.

4) Liberalización del sistema financiero y de la tasa de interés.

5) Mantenimiento de un tipo de cambio competitivo.

6) Liberalización comercial externa mediante la reducción de las tarifas arancelarias y abolición de trabajas existentes a la importación.

7) Otorgamiento de amplias facilidades a las inversiones externas.

8) Privatizaciones de las empresas públicas.

9) Cumplimiento estricto de la deuda externa.

10) El derecho a la propiedad debía ser asegurado y ampliado por el sistema legal.

Contrastes Sao Paulo Photograph: Tuca Vieira

Entonces, el papel del Estado se redefinió a partir de las lógicas y desarrollos del capitalismo. Éste se volvió más bien un gestor de intereses económicos particulares de los grandes capitales sostenidos en la especulación y en la financiarización. Un estado, digamos de alguna manera, “débil”. El Estado jugo las veces de un árbitro a modo, no garante de equidad y justicia social entre los conflictos de la población civil dentro de un contexto de desigualdades económicas y sociales abismales.

Así, desde esta lógica los grandes capitalistas le exigían al Estado el estar cada vez menos involucrado en los asuntos económicos y sociales. Sin embargo, con la pandemia y la emergencia sanitaria, ante sus efectos en la salud de las poblaciones y en la economía, los mismo grandes capitalistas exigencia al Estado que se haga cargo de ambas situaciones.

El neoliberalismo enfatizó la concepción individualista del sujeto. Engendró un sujeto que fuera capaz de asumir y legitimar , a través de un sistema ideológico, su estructura y funcionamiento. Generó una ideología individualista y egoísta basada en la competitividad que se justificaba en la idea del poder del mérito: una ideología de la meritocracia. Ésta supone que cada individuo es responsable y debe responder por sus acciones y por su bienestar. Esto se extiende en todas las esferas de la vidas social, política, cultural y económica. Este engaño supone que los individuos vivimos en un sistema que ofrece holísticamente las mismas oportunidades para todos y todas; y que es responsabilidad de cada uno de los individuos aprovechar a partir de sus propios méritos, capacidades y habilidades, que le son innatas y que se construye en igualdad de circunstancias. Se asume que no existen asimetrías de poder o de información que interfieran en las capacidades para tomar decisiones. Se asume también que las diferencias materiales en las que cada individuo se sitúa son producto de sus eficacia o ineficacia causada por efecto de  decisiones propias. El individuo es creador de su propia historia con independencia de las fuerzas externas y de las limitaciones sociohistóricas. Busca, a partir de su propia agencia, diferenciarse, ser elegido a partir de su propia astucia, de su propia inteligencia y de su propia fuerza. Se autoexige y también se le exige ser un “ganador” a través de la superación de obstáculos que se le interponen hacia el éxito. Asimismo, la subjetividad con que se forma y con que se le forma, es el rasero con que, también, mide su relación con los otros individuos generando así, puras relaciones utilitarias y fetichizadas; relaciones deshumanizadas.

El Estado, en la lógica previa a la pandemia, desmanteló su mucha o poca estructura de beneficencia social y en este proceso desmanteló o hizo quebrar las instituciones de servicio de salud pública, entre otras. Y los efectos de estas medidas, en el contexto de la pandemia, se mostraron con toda su brutalidad en países europeos, como por ejemplo en Italia y España, y que ahora se siguen mostrando, por ejemplo, en Estados Unidos cuya primera evidencia es la enorme cifras de muertos por el virus y en el colapso de los servicios de salud.

Como comentario final. Los Estados neoliberales han generado estrategias de control biopolítico basadas en varias premisas. Una de esas premisas es la idea del merito personal. Como ya se ha mencionado, esta ideología supone que todo lo que le pase a la persona depende se sí misma porque todas las personas parten de una igualdad originaria: una igualdad biológica, una igualdad social, una igualdad cultural, una igualdad económica, una igualdad histórica. De ahí quede cada quien dependa de hasta dónde llega con sus propios méritos. En la generación de esta ideología una estrategia biopolítica es necesaria. Esto se hace patente con la idea de la llamada “inmunización de rebaño”: todas las personas deben enfrentarse al virus en la medida de sus propias posibilidades y capacidades biológicas, las cuales no están determinadas por una condición histórica, sociopolítica, cultural y política. Por otro lado, la idea de que el acceso a los servicios de salud debe estar supeditado a las capacidades económicas parte del mismo principio. Otro aspecto en que se muestra el ejercicio de esas estrategias biopolíticas es en la estrategia del aislamiento social, en la forma de la cuarentena, que supone que todas y todos pueden llevarla a cabo.

 

Doctor en Flosofía por la UNAM. Doctorante en humanidades por la UAEMorelos donde trabaja una investigación sobre mestizaje y biopolítica en México. Ha realizado investigaciones sobre biopolítica, bioética y filosofía política moderna y contemporánea. Docente investigador del IEMS de la CDMX en la academia de filosofía

 

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XXII)

COVID 19 DESDE COLOMBIA: INFLEXIONES Y REFLEXIONES 

Leonardo Tovar González[1]

Universidad Santo Tomás, Bogotá

Sociedad Colombiana de Filosofía

leotovar@gmail.com

 

We´re in the same boat now.

Marthin Luther King, citado por S. Zizek

Por lo que veo, tú nunca te has muerto.

Relato tradicional mexicano, recogido por Dante Bello

 

I. Ante la Plaza de San Pedro desolada, el viernes 27 de marzo de 2020 el Papa Francisco recordó un bello pasaje del Evangelio, y señaló que al igual que Jesús y sus discípulos en aquel episodio, todos los seres humanos navegamos en la misma barca, amenazada por la tormenta de la pandemia. Sea que compartamos la fe de los católicos o mutatis mutandis de otros credos religiosos, y creamos que Dios viaja con nosotros y basta despertarlo, o afrontemos que está irremediablemente dormido porque quizás nunca estuvo allí, y admitamos con el filósofo-poeta Jean-Marie Guyau, precursor de Nietzsche, que vamos todos en un barco sin timón, la conclusión es la misma. Con Dios o sin Él, el Covid 19 ha hecho más patente que nunca que somos Humanidad.

 

Fase moral: cada uno es responsable por todos

II. La responsabilidad moral compartida contra la propagación del covid-19 ha logrado que los célebres versos de John Donne en el umbral de “¿Por quién doblan las campanas?” y el imperativo categórico no sean más ni una bella alegoría poética ni un abstracto principio filosófico, sino palpables realidades y acuciantes exigencias. En nuestros globalizados tiempos de circulación e interrelaciones humanas planetarias inmediatas, es una evidencia empírica que ningún hombre es una isla, sino que cada uno de nosotros está conectado fácticamente con todos los demás, y por tanto nadie puede soslayar su responsabilidad por todo lo que por acción u omisión lleva con él en los puentes que inexorablemente entabla con próximos y lejanos, virus incluidos. Y que debemos actuar bajo el supuesto de que conformamos una república moral en que cada uno se hace legislador responsable por las leyes que con sus actos impondría universalmente a todos los demás ciudadanos, ya no es una premisa trascendental, sino una mínima regla de convivencia, pues no bañarnos obsesivamente las manos ni evitar al máximo los contactos interpersonales, se vuelve un flagrante delito de inhumanidad.

III. En el fondo, siempre ha sido así, y de allí la sabiduría ancestral de la regla de oro o principios como el tomista propender por el bien común o el utilitarista fomentar la felicidad de la mayoría. En la motivación prima de la ética discursiva, ya el filósofo alemán Karl-Otto Apel había advertido que ante los problemas de alcance global que nos asedian, la ética adquiere el compromiso histórico de adoptar perspectivas universalizables, pues los enfoques contextuales de orden económico o político son incapaces de cimentar soluciones consistentes ni suficientes.

IV. El cambio climático y en general los daños ecológicos son una patente prueba de la necesidad de obrar solidariamente, pues nos revelan sin atenuantes que si insistimos en el modelo económico de acumulación y depredación imperante, cada vez con mayor celeridad nos despeñaremos en el abismo de la inviabilidad de la vida sostenible en esta tierra, la única de que disponemos. Pero a pesar de las campañas de concientización emprendidas por infatigables activistas como Greta Thunberg o por líderes espirituales como el Papa Francisco, la una desde la contrastación científica de las fallas irreparables ocasionadas por la destrucción ambiental y el otro desde el núcleo ético-mítico de la creación como casa común, intereses económicos y políticos inmediatos se resisten a adoptar las políticas públicas necesarias para enfrentar la crisis. Seamos ponderados, intereses económicos y políticos no necesariamente egoístas ni dolosos, pues no es fácil ni acaso factible renunciar a los recursos energéticos ni al estilo de vida que constituyen nuestro orden civilizador.

V. Surgen opciones particulares de vida como el vegetarianismo, pero a pesar de lo admirables, se perciben todavía como algo excepcional, que seriamente no serían para todo el mundo. Como en el viejo chiste sobre los fumadores, sabemos que con nuestro comportamiento estamos muriendo lentamente, pero replicamos evasivamente que no tenemos afán. En cambio, el coronavirus ha acelerado sin concesiones los tiempos, poniéndonos de presente que la muerte está a la vuelta de la esquina, en los pasamanos del transporte público, en las perillas de las puertas, en los celulares que tanto acariciamos. Y, sobre todo, poniendo el dedo acusador sobre cada uno de nosotros, al indicarnos que nuestros estrechones de mano, nuestras toses y estornudos distraídos, nuestros besos y abrazos, nos convierten en peligro inminente para los más cercanos, y en amenaza latente para todos los demás, literalmente alrededor del planeta.

VI. Qué replicarles a los fatalistas, a los cínicos, a los pseudo-existencialistas, que en la pandemia ven una confirmación de su odio por la humanidad, y todavía a esta profundidad de la crisis se congregan irresponsablemente declarando socarronamente con sus conductas “comamos y bebamos, que mañana moriremos”. Como Kant, consideramos que el suicidio puede llegar a ser una alternativa moralmente justificable, pero en cualquier caso como una opción autónoma individual tomada por cada cual en cada caso, no como la condena a una purga colectiva que con nuestra indolencia traslademos a todos los demás. En esa línea, actuar descuidadamente y romper sin razón el aislamiento preventivo sería decretar abusiva y arbitrariamente la muerte a los otros, pues al tendencialmente contagiarlos estamos reduciéndolos a meros medios de nuestras convicciones misantrópicas, sin respetar su primordial derecho a ser fines en lo que cabe sanos en sí mismos.

Imagen elaborada por Michelle Andrea Rodríguez Garzón, integrante de Covisofía.

VII. “No preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti”. Así termina el poema de Donne, pero con el volumen de fallecimientos en Italia a causa del fatídico virus, que ha dificultado celebrar los ritos fúnebres de los difuntos, sacerdotes víctimas incluidos, habría que reflexionar que la responsabilidad moral por el auto y el hetero-cuidado, se funda en que las campanas ya ni siquiera pueden tañer por ninguno de nosotros. A contrapelo, los cadáveres insepultos de Guayaquil evidencian que ni siquiera los muertos pueden estar seguros mientras no nos responsabilicemos de los olvidados de la historia, como presagió rememorativamente Walter Benjamin.

Glosa filosófica:

A 30 de junio, poco menos de cuatro meses después del confinamiento y a casi tres  de estas inflexiones, torno a  reflexionar alrededor de ellas. Los puentes invocados para paliar la crisis, ¿significan que todos nos volvimos kantianos de facto, o que deberíamos volvernos kantianos, como sugiere Joe Humphreys (cfr. “Are we all kantians now? The Covid-19 effect on moral philosophy. Nota publicada en “The Irish Times” el 23 de abril de 2020, https://www.irishtimes.com/culture/are-we-all-kantians-now-the-covid-19-effect-on-moral-philosophy-1.4229595)? ¿O bajo el imperativo de universalidad se agazapa una falsa solidaridad funcional al orden de dominación neoliberal y ecocida vigente, como denuncia Silvana Vignale cuando advierte que “la ética kantiana que pone el acento en la noción de “persona” es una ética que justifica los fines de la dominación”? (cfr. “Amor por el fantasma del futuro: hacia una ética y política de lo no-humano», texto del 5 de mayo de 2020 publicada en el portal argentino “Lobo Suelto”, http://lobosuelto.com/?s=Silvana+Vignale).

Llevadas por el rechazo de argumentaciones normativas de tono pretendidamente kantiano que subordinan los propios intereses al acatamiento de una racionalidad trascendental común, varias lecturas de la situación han optado por el naturalismo inmanentista (Deus sive Natura) de Spinoza y el inmanentismo voluntarista de Nietzsche (Amor fati). Pero ninguna apuesta filosófica se dirime en el supuesto incontaminado del origen, sino compromete el palimpsesto de interpretaciones que la han modelado, de modo que no existe el Kant correcto, pero tampoco el Spinoza, ni el Nietzsche, ni el Focuault correctos, inmunes a las tergiversaciones. Sin ignorar usos y abusos de Kant, ni desconocer con Habermas que “con este coronavirus, solo sabemos que no sabemos nada; nuestra única certeza radica en la ignorancia misma” (cfr. Dante Bello Martínez, “El bien más querido y preciado en tiempos de pandemia”, texto del 18 de junio de 2020, en la serie “La filosofía y las humanidades en tiempos de coronavirus, XVIII, https://cefilibe.wordpress.com/2020/06/18/serie-la-filosofia-y-las-humanidades-en-tiempos-de-coronavirus-xviii/ ), el kantismo que aquí se invoca no entiende la solidaridad como un utilitarismo ponderado que extiende los intereses particulares como si se tratase de principios generales, pero tampoco un perfeccionismo disfrazado que se cobija bajo la carpa de lo validado de antemano.

En performativa coincidencia con el Papa, Slavoj Zizek recuerda con Martin Luther King: “Puede que todos hayamos venido en barcos diferentes, pero ahora estamos en el mismo barco” (“Pandemia. El covid 19 sacude al mundo”, 2020, p. 13, https://dialektika.org/wp-content/uploads/2020/04/Pandemia-Slavoj-Zizek-.pdf). Por eso, que cada uno es responsable por todos, significa comprendernos en el lugar de “cada otro” y por eso actuar solidariamente con los demás, no que la solidaridad hacia ellos sea un corolario del egoísta cuidarse a sí mismo. Que puedas querer que tu máxima se erija en principio universal no es imponer arbitrariamente las propias razones ni supeditarse a la arbitrariedad de principios heterónomos, sino estar dispuestos a crear en cada acción las condiciones de posibilidad de la interacción responsable con la humanidad en nosotros y en todas las demás personas morales, según el supuesto de un reino de fines que más allá del antropocentrismo del propio Kant se despliega hacia la naturaleza como actor sin agencia pero no sin fines. Contra el dispositivo belicista de declararles la guerra al virus y los cómplices que lo extienden (extranjeros, personal sanitario, barrios indisciplinados), se trata de ejercer la libertad no como sometimiento autoconsciente a la necesidad natural, pero tampoco como quebrantamiento insensato de esta, sino como el despliegue de una necesidad moral alternativa que, en vez de contraponerse, se compone desde la naturaleza.

Lejos de aparecer como un supuesto ontológico animista, la idoneidad de la naturaleza para el cumplimiento de los fines de la razón se sustentaría así como el compromiso afirmativo de cuidar este telos inmanente como condición de cualquier finalidad trascendente que autónomamente podamos crear. Con Spinoza pero más allá de su auto-clausurado determinismo, si “nadie hasta ahora ha determinado lo que puede el cuerpo” (Ética more geométrico, III Parte, escolio b) de la Proposición II, traducción de Atiliano Domínguez, Madrid: Alianza, 2000, pp. 128 y 129), podría ser que la libertad como autodeterminación co-responsable estuviese entre dichas capacidades somáticas por descubrir, frente al covid 19, pero frente asimismo al calentamieto global, y frente también a las patologías sociales que nos oprimen.

 

Fase ética: todos somos responsables por todos

VIII. Si todos fuésemos aristotélicos virtuosos, utilitaristas consistentes o kantianos convencidos, no habría necesidad siquiera de hacer campañas para mitigar el contagio, pues motu propio cada uno haría lo correcto. O en clave religiosa, si en serio todos amáramos al prójimo como a nosotros mismos y tomásemos en serio la parábola de que todos navegamos en la misma barca, nos esmeraríamos espontáneamente en contener la pandemia y la moral se bastaría por sí sola para enfrentarla. Sabemos que no es así, y por eso son necesarias las políticas públicas que se adopten sobre la población, vía las obligaciones preventivas impuestas por los Estados nacionales y las reglamentaciones administrativas adoptadas por los gobiernos locales. Al punto de vista moral de la conciencia individual con la responsabilidad en la crisis, es imprescindible respaldarlo con el enfoque ético de la responsabilidad social para contenerla. Como nos han insistido expertos y autoridades, es imprescindible aplanar la curva de diseminación, de modo que los servicios de salud de los países no colapsen ante la física incapacidad de atender a los enfermos.

IX. Frente a falencias como la del cambio climático, el tiempo para rectificar el rumbo cada vez se aminora más, pero a pesar de ello, todavía gobernantes y negociantes no se dan por enterados. Pero con el Covid 19 no hay espera posible, y el reloj marcha inexorablemente. Los dirigentes que quisieron eludir la urgencia para no afectar la economía, tarde que temprano han tenido que decretar medidas de aislamiento generalizado para paliar la crisis, sin saber cuántas víctimas probables ha costado su demora. Por supuesto, no es sencillo determinar la oportunidad ni el alcance de las restricciones, pues tampoco sería factible ni deseable un confinamiento rígido indeterminado. Sólo ante la inminencia de las muertes, viajeros internacionales y habitantes de cada nación han mostrado disposición a admitir las limitaciones a la circulación, y a pesar de los luctuosos ejemplos de China, Italia y otros países, muchos todavía obedecen a regañadientes. Y por peligroso que sea para nuestra salud y tendencialmente onerosa para el sistema sanitario que nos expongamos al contagio, todavía todos nosotros debemos salir por la leche, el pan y el papel higiénico, cuando este a pesar de las reservas finalmente se nos agote. Y aún si nos resguardamos disciplinadamente, alguien debe estar afuera para atender nuestros requerimientos nutricionales, financieros o también sanitarios, pues igual nos seguiremos enfermando de las dolencias habituales. La alternativa de los servicios domiciliarios no siempre es viable, y además si no se extreman las cautelas, estos mismos pueden ser un vector de propagación virulenta.

X. Sobre la factibilidad de que las personas coactivamente enclaustradas sigamos produciendo y proveyendo nuestras necesidades vitales, se ha impuesto la consigna del teletrabajo, valiéndonos de las herramientas telemáticas al uso gracias al desarrollo de las modernas tecnologías informáticas y comunicativas. Tal vez el sector en el que han configurado transformaciones más hondas sea el educativo, pues gracias a las pantallas, la necesidad de marcar distancia interpersonal nos ha enseñado que el cara a cara no implica compartir espacios. Probablemente cuando por fin superemos esta etapa de separación social, concluyamos que en realidad la educación presencial es sucedánea de la educación virtual, y no al revés como hasta ahora habíamos creído. Y quizás cambios semejantes se sucedan en otras esferas laborales, y lo común desde ahora sean los encuentros virtuales de trabajo, así ya el aislamiento no sea una prescripción. Paradójicamente, el coronavirus nos ha motivado a estar juntos en la distancia, pero a la larga puede implicar separarnos y dejar las coordinaciones sociales a los algoritmos.

XI. Sin embargo, hay campos en que sencillamente el oficio desde casa no es una opción, y que si ya no pueden desempeñarse en los lugares de trabajo, dejan a los trabajadores sin posibilidad de ganarse la vida. Como ya se ha denunciado con insistencia, las mayores dificultades las padecen los trabajadores sub-contratados, informales o simplemente desempleados que conforman la mayor parte de la población de países como Colombia, para quienes el rebusque cotidiano en las calles día tras día es un imperativo de existencia. Tal vez con la debida asistencia algunas de estas actividades informales puedan ser reconvertidas en emprendimientos productivos, pero la acción preventiva de los Estados al expedir normas de confinamiento debe ser complementada con subsidios y apoyos efectivos para los sectores sociales más vulnerables. Por cierto, medidas remediales que no deben ser aplicadas sólo a los segmentos que ya previamente requerían de las ayudas estatales, sino abrazar a sectores independientes auto-suficientes en circunstancias normales, pero que ante el encierro decretado deben ser respaldados con la refinanciación de los créditos, subsidios en especie o pago de una renta básica.

XII. A través de la tributación progresiva, la responsabilidad social en la preservación de los empleos y el mutualismo, las empresas privadas deben coadyuvar en el control de los daños, en la medida que ello sea posible, y al Estado le corresponde fomentar esto a través de la justa combinación entre impuestos y fomento a sus actividades económicas. De hecho, para responder a la crisis de salud pública y atender los efectos nocivos en los pobladores más vulnerables, el Estado tiene el reto de preservar también la salud de la economía, pero sin que ello signifique anteponer los índices económicos del mercado a los derechos sanitarios, pues incluso el anti-estatista más fanático concordará en que un colapso en los servicios de salud redundará en una debacle económica general.

Imagen elaborada por Michelle Andrea Rodríguez Garzón, integrante de Covisofía.

XIII. Situaciones límites ya no individuales ni locales sino globales como las que estamos atravesando a causa de la pandemia, nos revelan que por libertarios o anarquistas que nos pretendamos, estamos llamados a creer así sea agnósticamente en el paso de Dios por el mundo, como Hegel se refirió al Estado en su “Filosofía del derecho”. Contra el minimalismo neoliberal, sólo una administración estatal a la vez eficiente, transparente y responsable puede alcanzar la meta de proteger la vida de todos y cada uno de los ciudadanos, en el justo equilibrio de la contención de la pandemia y la promoción de los medios de vida para toda la población. Si esto se alcanza con un capitalismo progresista como ha propuesto el economista Joseph Stiglitz o con un Derecho social de libertad como sugiere el filósofo Axel Honneth es algo que no vamos a resolver aquí, pero sí resulta claro que el Covid 19 nos ha revelado la inviabilidad de salidas basadas en los meros intereses individuales del mercado. “Lo que nos podrá salvar ahora -previene sabiamente Leonardo Boff- no son las empresas privadas sino el Estado con sus políticas sanitarias generales, atacado siempre por el sistema del mercado “libre”, y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendidas por muchos y por mí, el cuidado, la solidaridad social, la corresponsabilidad y la compasión” (“La fuerza de los pequeños”, texto del 23 de marzo de 2020, recopilado en el libro digital ALARCÓN ÁLVAREZ, Marcelo (selección) “Covid 19”, Chile: MA Editores, 1° de abril de 2020, pp. 13-16)

Glosa ecosófica: 

“¡I can´t breathe!”. El clamor agónico de George Floyd se conjuga con el estertor solitario de los ahogados moribundos del covid-19 y ambos nos interpelan diluidos en el enrarecido oxígeno dejado por la contaminación. Antes de las restricciones decretadas con motivo de la pandemia, en Bogotá ya se habían promulgado varias alertas a causa de la mala calidad del aire, e igual había sucedido en otras ciudades en América Latina y el planeta. Pero ni los problemas ambientales, ni los problemas sanitarios, ni tampoco los problemas sociales, se restringen a culpas individuales o grupales, sino comportan una responsabilidad colectiva.

Recreando el asesinato por asfixia de Floyd, un caricaturista representó al policía presionando con su rodilla el cuello de la estatua de la libertad, pero quizás habría sido más simbólicamente exacto pintar al Tío Sam en el cuerpo del oficial, pues el racismo no es una condición anómala de algunos individuos desadaptados, sino un aprendizaje normalizado en amplios sectores de la población, del presidente de la nación para abajo. Y si ancianos, pero no solo ancianos, no pueden acceder a respiradores ni ucis que los ayuden a respirar es por causa del desmonte sistemático de la asistencia pública perpetrado por la privatización neoliberal del Estado, no porque los médicos decidan sobre la marcha intentar salvar a pacientes más jóvenes, quizás antes de sucumbir contagiados ellos mismos. Y si la deforestación de las selvas y en general la depredación de la naturaleza en vez de paliarse se ha incrementado en cuarentena, no es porque Francisco y Greta hayan fracasado en convertir a la causa ecológica a los poderosos, sino porque la racionalidad económica y social imperante está montada sobre el orden fáustico-baconiano de la dominación de lo otro, los otros (las otras primordialmente) y el sí mismo como condición del saber y la praxis.

Contra lo que recetaba el viejo Kant en su dietética de la tercera parte del “Conflicto de las facultades” (Madrid: Alianza, 2003, trad. de Roberto R. Aramayo, en especial Ak VII, 111), saber respirar antes que un mero ejercicio de voluntad, en una suerte de pre-yoga filosófico, es un aprendizaje social posibilitado por las condiciones materiales e institucionales efectivas para que podamos recrear nuestras vidas como seres bio-psico-logo-culturales. Que todos somos responsables por todos no significa someterse pasivamente a un orden establecido al servicio de los intereses del mercado (la sociedad civil en Hegel), pero tampoco resistirse arbitrariamente al orden de lo común, residente no en el Estado como poder instituido sino en la sociedad civil, ahora en clave gramsciana, como origen del poder constituyente. Después del holocausto, Adorno erigió como imperativo moral de nuestra época “Que Auschwitz no se repita”. Pero ahora la divisa ética de la inédita normalidad que buscamos es todavía más simple y directa, pero quizás por ello más utópica: que nada de lo que hagamos impida que ningún otro ni nosotros podamos respirar en virtud mediata o inmediata de nuestra acción, en una comprensión amplia pero nunca equívoca de respirar.

Fase crítica: ¿quiénes responden?

XIV. En Colombia, una de las primeras decisiones que tomó el gobierno para contener la pandemia fue restablecer sin costo el servicio de agua a más de tres cientos hogares a los que se les había cortado por incapacidad de pago. Ante la emergencia, medida acertada, sin duda, pero uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que en situaciones normales más de un millón de personas carezcan del líquido vital, la sociedad acepte esto como algo natural y el Estado se precie ahora de benefactor al restituirles el servicio. No voy a terciar ahora en la disyuntiva amañada entre empresas públicas ineficientes y operadores privados…también ineficientes por lo que vemos, porque no se entiende que por física insolvencia un porcentaje significativo de la población carezca de la prestación adecuada de los servicios más esenciales. Ni tampoco se comprende que incluso antes de la crisis, los sistemas de salud ya queden desbordados frente a las necesidades médicas habituales de las personas. Ni menos que, como manifestó una desprevenida habitante de un barrio popular de Bogotá ante la cuarentena impuesta por las autoridades, la alternativa para los más pobres se concentra en desobedecer, salir a buscar el sustento diario y seguramente morir a causa del virus; u obedecer, quedarse en casa y de seguro morir a causa de inanición. Los más pobres, porque los más miserables entre los miserables, ni siquiera tienen dónde quedarse.

XV. El Covid 19 no sólo ha exacerbado las enfermedades precedentes en los contagiados más vulnerables como los ancianos, sino también las patologías sociales que aquejan a los países alrededor del planeta. Contra la falsa idea medieval de la muerte como la gran niveladora entre los hombres, la actual pandemia evidencia que también la contraen príncipes, célebres deportistas, rutilantes artistas, es cierto, pero quienes mayores dificultades tienen para que se les apliquen las pruebas de diagnóstico, son los que carecen de seguros o dineros propios para ello, y estos también tendrán menos oportunidades de obtener respiradores y otros recursos médicos si se agravan, y si fallecen su defunción apenas se registrará en la estadística letal. Como advierte Judith Butler, “el virus por sí solo no discrimina, pero los humanos sí lo hacemos” (cfr. http://lobosuelto.com/el-capitalismo-tiene-sus-limites-judith-butler/, texto original del 20 de marzo de 2020).

XVI. Probablemente en Europa se haya evolucionado hacia la instauración del pleno “Estado de libertad” pergeñado filosóficamente por Hegel, en que las instituciones y los servicios sociales garantizan los derechos de los ciudadanos y las necesidades de la población, pero estamos viendo cómo en parte por la misma fuerza arrasadora del contagio y en parte por demoras en las medidas preventivas, los sistemas sanitarios no dan abasto y las víctimas se arruman comunicado tras comunicado. Y en Estados Unidos el imperativo mercantil del lucro privado también aplicado en el sector de la salud, es rebasado ampliamente por la avalancha de la peste, y mientras los gobernantes estatales y locales imponen restricciones también demasiado tardías y compiten entre sí por obtener los recursos sanitarios que se precisan, el gobierno federal más anti-socialista de la historia debe adoptar la política “socialista” de irrigar una renta compensatoria a los ciudadanos más afectados por la crisis social derivada de la pandemia. Por encima de las diferencias ideológicas, Trump junto con sus pares latinoamericanos Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México, demostraron con sus declaraciones irresponsables que la estupidez sí es pecado, como ya sabía Santo Tomás.

XVII. Al corte del 9 de abril, treinta y tres días después de haberse reportado el primer caso, los contagiados en Colombia ya sobrepasan ampliamente los dos mil, la mayoría de manejo ambulatorio en sus domicilios, y las víctimas fatales frisan las setenta (para el informe actualizado, cfr. la página del Instituto Nacional de Salud, https://www.ins.gov.co/Noticias/Paginas/Coronavirus.aspx). Pero las proyecciones más moderadas prevén que más de ochocientos mil colombianos requerirán atención hospitalaria en diferentes niveles de atención, y el país en la actualidad cuenta con menos de diez mil camas de cuidados intensivos para tratar los casos más graves. La cuarentena de cuaresma impuesta a finales de marzo y extendida hasta los últimos días de abril, tiene el único propósito de desacelerar la velocidad del contagio, mientras el Estado intenta dotar a toda prisa los aprestamientos sanitarios que ni pudo ni quiso construir en tiempos normales, y amplía los servicios sociales y económicos de apoyo imprescindibles para que los más vulnerables, que antes si apenas sobrevivían, resistan la crisis sobreviniente. La pandemia le ha planteado al régimen colombiano el reto de pasar de ser un “Estado indolente” por lo general, a convertirse en un “Estado providente”, pero nos tememos que siga lejos de constituirse en el “Estado democrático y social de Derecho” proclamado por la Constitución, en que la gestión pública se base en los derechos de los ciudadanos y no en asistencias de urgencia.

XVIII. A dos semanas del pico de contagios y muertes previsto por los expertos, la sociedad colombiana parece unirse alrededor del gobierno central y las autoridades locales en un propósito nacional, alistarse a toda marcha para paliar aquí la amenaza que se cierne sobre el planeta. Sin embargo, desde una perspectiva crítica no podemos ser complacientes y dejar de escudriñar la etiología de la situación crítica que develó la epidemia. Socialmente hablando, ¿cuál es en nuestro caso el mercado de especies que según parece fue el caldo de cultivo para que el virus mutase para contagiar irrefrenablemente a los humanos? Sinópticamente, estimamos que tres factores configuran el problema. El primero una gestión pública concebida primordialmente como administración oligopólica de los intereses de los sectores trasnacionales e internos más poderosos, bajo la premisa de que el desarrollo social se dará por añadidura a través de la acción empresarial y el asistencialismo estatal. El segundo una economía sometida a la oscilación de los precios internacionales de la extracción petrolera y minera o a las prebendas recibidas vía exenciones tributarias, pero sin capacidad real de generar riqueza ni empleo. Y atravesando como gran falla telúrica la sociedad, un régimen político fracturado entre unos derechos postulados retóricamente y efectivas condiciones indignas de vida (véase mi texto “La fractura: una lectura de las recientes movilizaciones sociales en Colombia”, en SALAS ASTRAÍN, Ricardo (editor) “Luchas sociales, justicia contextual y dignidad de los pueblos” Santiago de Chile: Ariadna Ediciones, 2020, pp. 101- 116, disponible en http://www.oapen.org/download/?type=document&docid=1007803 ).

XIX. Por varios meses más rayaría en la irresponsabilidad convocar protestas masivas como las de finales de 2019, pero es exactamente la misma la situación crítica que se denunciaba entonces y se padece ahora. Aludiendo a la prelación que el presidente Trump le ha dado a la reactivación económica sobre la previsión sanitaria, el presidente Duque ha aducido que se trata de una falsa disyuntiva, pues si bien es cierto que sin salud y vida no podría funcionar ninguna economía, la operación del sistema sanitario y de la sociedad en su conjunto exige que se preserve la salud de la economía. Estamos plenamente de acuerdo con el gobernante de Colombia. Las evidencias muestran que no sólo los pacientes más graves van a necesitar de respiradores escasos, sino el mismo país requiere urgentemente de oxigenar su aire enrarecido por el virus de la inequidad. Esperemos que no sea demasiado tarde para ninguno de los dos.

Imagen elaborada por Michelle Andrea Rodríguez Garzón, integrante de Covisofía.

Glosa pronóstica:

Un viejo cuento habla de un ingenioso hombre que quiso enseñarle a su caballo a dejar de comer, y para ello planeó alimentarlo durante diez días con una porción de paja cada vez menor que la de la víspera, hasta que el equino se acostumbrase a vivir del aire, pero lo malo fue que casualmente el animal murió de inanición al séptimo día, dañando así el experimento tan bien diseñado. Algo así es lo que puede ocurrir en Colombia, donde ante la presión de la alcaldesa de Bogotá y otros mandatarios locales, el gobierno decretó relativamente temprano el confinamiento de la población, lo que contuvo pero evidentemente no detuvo la consabida curva de contagio, pues al clausurarse el primer semestre de este extraño 2020 la cifra de infectados asciende a 97846 personas, mientras los fallecidos se cuentan por tres mil trescientas treinta y cuatro víctimas, y la fatídica contabilidad sigue en raudo ascenso (de nuevo, para actualizar el informe, cfr. la página del Instituto Nacional de Salud, https://www.ins.gov.co/Noticias/Paginas/Coronavirus.aspx).

En comparación con otros países de la región como Brasil y México, hasta el momento se ha obtenido un moderado éxito sanitario a escala nacional, pero ello no ha impedido que en algunas zonas del país como la costa norte y la región amazónica, los índices se hayan elevado ostensiblemente por encima de la media general, y las expectativas a mediano plano no son nada halagüeñas. Lo más grave estriba en que las medidas de cuidado no estuvieron respaldadas por efectivas políticas de subsidio o apoyos suficientes y eficientes al capital o al trabajo, lo que llevó a los gremios a presionar la reactivación de la economía so pretexto de proteger los empleos, y desde el otro lado del espectro social  a trabajadores formales e informales a salir de nuevo para ganar el sustento diario. Factores coadyuvantes para la relajación de aislamiento han residido en la indisciplina social de pobladores no siempre avalados por una necesidad vital manifiesta, junto con la resistencia libertaria de algunos ciudadanos a someterse a medidas restrictivas de cuidado que perciben no sin razón como autoritarias, como ha sucedido con la llamada “rebelión de las canas” adelantada por mayores de setenta contra el enclaustramiento estricto que se les impuso. A su turno, el gobierno con el objeto de reactivar los diferentes sectores económicos restringidos, a partir de mayo ha flexibilizado de manera acelerada hasta virtualmente abolir la cuarentena, en tendencia que llegó al clímax el 19 de junio, cuando atraídas por descuentos tributarios multitud de compradores invadieron frenéticamente los grandes almacenes sin atender a las precauciones sanitarias.

La paradoja trágica podría estribar en que las escandalosas cifras de contagio y muerte previstas al inicio por los modelos epidemiológicos lograron contenerse gracias a las políticas de prevención aplicadas desde marzo, pero con el paso de los meses puede ocurrir un incremento de la morbilidad y la letalidad del virus, como lo reconoce el propio gobierno cuando en su justificación ante el tribunal constitucional del estado de excepción declarado, pronostica para el final del año ciento setenta mil enfermos extremos y entre ellos casi cuarenta y dos mil fallecimientos. A pesar de las campañas de extremar los cuidados para que el regreso al trabajo tanto formal como informal sea seguro, la casualidad del nuevo experimento consistirá en que el regreso a las calles coincidirá no se sabe cómo con el desate de la pandemia. Y si a la cifra de sus víctimas añadimos el medio millar de líderes y lideresas sociales asesinados en Colombia desde que se firmó el acuerdo de paz con las Farc en 2016 (cfr. la relación parcial en “Los muertos de la otra pandemia”, El Espectador, Bogotá, domingo 14 de junio de 2020), habremos conquistado gracias a la culpable incapacidad de las autoridades lo que con el filósofo camerunés Achille Mbembe podremos denominar la perfecta necropolítica. Pero entonces, ¿quién responderá?

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[1] Destilé este escrito al hilo de los diálogos virtuales entablados en cuarentena con mis estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás en Bogotá, en particular con quienes conforman el colectivo reflexivo “Covisofía: Filosofía y educación tras la pandemia”. Compartí en abril con algunos colegas las diecinueve inflexiones originales, que finalizado junio he glosado con tres reflexiones al margen. Expresión del deterioro en que nos sumió la pandemia, las imágenes fueron elaboradas especialmente para este texto por Michelle Andrea Rodríguez Garzón, integrante de Covisofía.

 

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XXI)

SOBRE LA NUEVA NORMALIDAD

(Sustentabilidad de las normalidades renovables)

 

Por: Jorge Ordóñez Burgos

Depto. de Humanidades, UACJ

Academia Mexicana de Ciencias

Saber y no saber, tener plena conciencia de algo que sabes que es verdad y al mismo tiempo contar mentiras cuidadosamente elaboradas, mantener a la vez dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer en ambas, utilizar la lógica en contra de la lógica, repudiar la moralidad en nombre de la moralidad misma, creer que la democracia era imposible y que el Partido era el garante de la democracia, olvidar lo que hacía falta olvidar y luego recordarlo  cuando hacía falta, para luego olvidarlo otra vez. Y, por encima de todo, aplicar ese mismo proceso al proceso mismo. Esa era la mayor sutileza: inducir conscientemente a la inconsciencia, y, luego, una vez más, volverse inconsciente  del acto de hipnosis que acabas de realizar.”

George Orwell, 1984

Estoy convencido que los seres humanos no tenemos una consciencia muy clara del tiempo justo que vivimos, existe un fuerte bloqueo que nos impide ubicarnos en el momento y espacio precisos donde estamos. O nos abandonamos en la superficialidad concentrándonos en el micro segundo, que, ni siquiera conseguimos vivir a plenitud; o, nos considerarnos partícipes de los grandes procesos moldeadores de la civilización. Salvo casos excepcionales, a la mayoría de los mortales, los acontecimientos nos toman desprevenidos. La pandemia que ha marcado lo que va de 2020 oscila entre la trivialidad y el apocalipsis, convirtiéndonos en personajes de distopías quienes corroboran cotidianamente la literatura y el cine proféticos anunciadores del colapso de la humanidad. Lo que es de llamar poderosamente la atención es el discurso impuesto por los medios de comunicación y los gobiernos de casi todo el mundo, ¿no es evidente que nos han inducido a una realidad diferente, que no es otra cosa que la consecuencia lógica de unos cimientos echados décadas atrás? La “nueva normalidad” no es tan reciente, paulatinamente se han dado pasos para hacernos cambiar de manera de pensar y de vivr. Para no divagar en cuestiones planetarias, quisiera señalar algunas modificaciones que se han estado operando en México desde tiempo atrás. Con la firma del Tratado de Libre Comercio, México pasó a formar parte del selecto sector septentrional del continente, de la parte agraciada, civilizada, pujante, poderosa… Logramos emanciparnos de los países atrasados y pobres; alcanzamos la dignidad de socios comerciales de norteamericanos y canadienses, acarreando con ello una serie de alteraciones en nuestra cotidianidad con repercusión en generaciones futuras. Por ejemplo, la legislación laboral, el derecho agrario, el comercio interior, las telecomunicaciones no volvieron a ser lo mismo desde entonces. Las grandes reformas del sistema judicial mexicano no iniciaron con la transición a juicios orales, ya venían preparándose desde el siglo pasado; en el derecho nacional hay tantas cosas que han estado cambiando que nos asustaría conocerlas a detalle. Hubiera sido utópico suscribir el dichoso Tratado sin antes haberle practicado cirugía mayor al estado mexicano. No es de extrañarnos, que, en un lapso corto de tiempo, algunas de las grandes instituciones de la Revolución sean, simplemente, dadas de baja por resultar obsoletas y fuera del marco legal que nos rige. De manera alguna pretendo alzarme como apologeta de la Revolución, sólo quiero enfatizar el nivel de intervención experimentada por el país desde tiempo atrás.

En los primeros decenios de la Modernidad, el derecho se consolidó como el gran arquitecto de las naciones civilizadas; con discreción y parcialidad se le aplica tanto en los países de primer mundo, en las cortes internacionales como en las colonias. Es por ello que la filosofía mexicana debe internarse en el conocimiento y reflexión jurídicos, sin afanes de avestruz kantiana sino en busca de la comprensión de las circunstancias que enfrentamos dentro y fuera del país. ¿Estamos amoldándonos al mundo actual, nos están amoldando, estamos inmersos en el proceso evolutivo que todo lo rige? En los meses que estamos viviendo es menester reflexionar con las mejores herramientas que tengamos a la mano.

El México de finales del siglo pasado se convirtió, por decreto, en un país más higiénico y ordenado –los productos hechos aquí competirían con los del mundo entero-, se sembró la preocupación por mantener altos estándares de calidad en todos campos; de ahí que las mediciones se aplicaran a cualquier proceso, desde el conteo de votos en las elecciones federales, hasta la forma correcta de empaquetar galletas. La máxima “lo hecho en México está bien hecho” se trocó en alabanzas a compañías que ponían muy en alto el nombre de nuestro país en otros continentes; hasta Televisa lanzó ECO, una canal internacional de noticias, cuyos conductores aseguraban tenía audiencia planetaria, la cerveza Corona e Interceramic estuvieron a punto de introducirse en alguna estrofa del himno nacional.

 

 

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El nuevo México en una caja de galletas… Los jóvenes que no son tan jóvenes, recordarán la manera en que se empacaban las galletas antes de suscribir el TLC. En el exterior, se le revelaban pocos datos comerciales y nutrimentales al consumidor; en el interior había una bolsa de plástico, separadores de papel corrugado y dos o tres pisos de galletas, algunas pulverizadas. Posteriormente, se les encapsuló en envolturas metalizadas e higiénicas que las preservaran de cualquier bacteria o impureza. La información nutrimental pasó a ser esencial, más importante que el sabor de los horneados insípidos aprisionados en el interior. Poco a poco nos hemos acostumbrado a consumir alimentos esterilizados y envasados herméticamente. No es un secreto que una manera de trastocar la esencia de un pueblo consiste en modificar sus hábitos alimenticios.

 

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México fue más plural porque surgieron partidos de todas las ideologías imaginables. Se forjó la conciencia ecológica al extremo de fundar un Partido Verde. La apertura total se institucionalizó, todos los credos y todas las religiones pudieron recibir la bendición de la Secretaría de Gobernación que generosamente los apostilló con las letras A.R. ¿Cuántos de esos cambios, vistos con frialdad y consciencia histórica, fueron drásticos y nos condujeron a una modificación paulatina de mentalidad como sociedad? Lo genial de la política del cambio estriba en persuadir a la ciudadanía de que las cosas son diferentes cuando permanecen iguales, y, anestesiar a las personas para impedirles percibir el cambio radical de las circunstancias, de tal manera que todo parezca estar inmutable. La mentalidad “pandémica” embona con increíble perfección en un entorno que ha sido “educado” para aceptar otras normalidades, teniendo como punto de origen más claro la incorporación de México al “mundo globalizado”.

Nuevas normalidades, nuevas realidades ¿Nuevas maneras de hacer las cosas? Tomado de https://monoaureo.com/2014/08/13/paginas-de-la-misma-historia/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La preparación para instalarnos en el reducto de mundo domiciliario en que vivimos se apoya en artículos de fe, sencillos preceptos imposibles de cuestionar.

i) Vivimos en un mundo de legalidad y derecho equitativo. El confinamiento, impuesto a nivel transcontinental, es una medida preventiva extrema tomada para frenar un problema de salud de excepcional singularidad. Todas las estrategias de prevención y combate de la enfermedad se ajustan a protocolos humanitarios y jurídicos. Traducción al castellano regional: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.

ii) Al ser parte del mundo en constante progreso, México es partícipe de los grandes movimientos y tendencias que se dan principalmente en Estados Unidos y Europa. Somos postmodernos, abiertos, democráticos, tenemos conectividad…. Hay una porción importante[1] de la población que puede trabajar, recibir educación, esparcirse, ejercitarse y, por supuesto, consumir at home. La masa de los países pobres está impedida para ordenar productos por Amazon o Ebay, tampoco cuenta con la ventana a la realidad que ofrecen You Tube o Netflix. De tal manera que echar carnes y saturar las tarjetas de crédito puede ser señal de estar en la sintonía con el mundo civilizado y, por supuesto, ser solidario con el bien común.

iii) Para afrontar la pandemia, debe considerarse como un todo homogéneo a la población del planeta, del continente y de México. Los colores del semáforo, el cierre o apertura de espacios públicos, poco considera a la gente más pobre y necesitada. Como siempre, miles de millones son parte del discurso demagógico, pero, pocas veces de la atención de los políticos.

iv) Las telecomunicaciones y la virtualidad han venido a salvarnos de la crisis que atravesamos. ¿Nos percatamos que la línea entre lo “real” y lo “virtual” ha sido desdibujada tan sutilmente, en lo que va de este siglo, que hoy transitamos en un espacio híbrido en el que todo da lo mismo, todo es igual y, por dogma, asumimos que hemos llegado ahí por la fatalidad del desarrollo tecnológico?

v) La nueva normalidad es nueva y normal. “Nueva normalidad” es una expresión tan difundida y manoseada que, poco a poco, se ha incrustado como algo del todo natural y necesario. No estamos ante unas circunstancias del todo inéditas, ¿Ya se nos olvidó en cuantos estados de la República normalizamos el toque de queda en la época de la guerrita de Calderón? ¿No recordamos cómo fueron apareciendo rejas, murallas, alambrados, alarmas, casetas de vigilancia como parte del paisaje urbano? ¿Nos pasa desapercibido el cambio que se dio en nuestro lenguaje para saludarnos y despedirnos de los seres queridos, de los amigos, los compañeros de trabajo, de los vecinos? El imperativo “cuídate” adquirió las connotaciones de quienes viven en un campo de batalla. Reducir nuestro espacio vital al hogar, a la línea que nos contiene de entrar en contacto con los demás, a la mascarilla que encapsula nuestra virulencia, son sólo una consecuencia de una libertad resquebrajada desde tiempo atrás.

vi) “La nueva normalidad será transitoria”, sin embargo, por todos los medios, se insiste en la posibilidad latente de una vuelta a la cuarentena, del rebrote, de la aparición de un virus más fuerte; si damos un seguimiento somero a las noticias de una misma fuente, detectaremos, además de profundas contradicciones, que quedan exhibidas normalidades paralelas a la que estamos estrenando.

vii) Las noticias no pueden dejar de comunicarse. Los distractores nunca pueden faltar en condiciones críticas, en medio de la catástrofe, aparece delicadamente la noticia llamativa pero intrascendente, el pseudo debate o la reminiscencia acartonada del pasado. Contestar a las acusaciones del falso doctorado de López-Gatell no es un acto de transparencia, es prestidigitación mediática. Refrescar el trato preferencial de hijos de narcotraficantes sinaloenses es de suma pertinencia en un momento en el que el país no obedece a los colores del mapita de la Secretaría de Salud. Los reclamos de la esposa del presidente vienen como anillo al dedo cuando llueven amparos por todo el país, ya por actos de politiquería, ya por atropellos cometidos contra los ciudadanos. En estas semanas que el país ha sido puesto de cabeza nuevamente, no deja de sonar el ruido periférico que nos invita a voltear la mirada a otra parte y nos instruye sobre lo que es verdadero, valioso, patriótico, correcto… que nos inserta en lo que es real.

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El cine, una institución fundamental de nuestro tiempo que ha logrado superar guerras mundiales, desastres naturales, la televisión, el video, el internet, el consorcio Disney que todo lo devora o la piratería; ahora, parece estar siendo aniquilado en el contexto de la nueva normalidad. Los mensajes de las marquesinas fluctúan entre la esperanza del moribundo, la promesa del desmemoriado o el abono a la heroicidad del mexicano que tanto ha erosionado la consciencia de la población.

 

 

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El adjetivo “nuevo” tiene una carga vital para nuestras sociedades, dado que es la garantía de una resurrección que permite adaptarse a lo que venga. “Nuevo” genera un ambiente psicológico y metafísico del que penden expectativas y esperanzas, pero, también, en otro sector del universo de destinatarios, se despierta el desencanto y el hartazgo. La ambigüedad es el secreto de la vigencia perenne de la novedad, no importa si es rechazada o aceptada, siempre podrá ser motivo de consuelo, pretexto para tomar impulso, tema de debate, tópico para sentir nostalgia o verse liberado de las cadenas del pasado, puede ser la figura repugnante a la que se le escupe con desprecio o la tabla de salvación para aferrarse. Hasta se ha suscrito un nuevo TLC que no es un TLC… sea lo que sea, la novedad jamás será ignorada. Lo nuevo es el motor de la vida que nos inculcan a vivir… Dicho lo anterior, sean tod@s bienvenid@s a la Nueva Realidad que nos acoge con los brazos abiertos.

“You have entered the Twilight Zone
beyond this world strange things are known
use the key, unlock the door
see what your fate might have in store
come explore your dreams’ creation
enter this world of imagination”

Neil Peart, “Twilihgt Zone”

 

[1] La clase media mexicana es “importante” no por la cantidad de sus miembros –cada vez menos-, sino por la notoriedad que recibe.

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XX)

FILOSOFÍA, ARTES ESCÉNICAS Y EDUCACIÓN

La puesta en escena de Critón o del deber de Platón, en Educación Media Superior (Nuevas prácticas filosóficas dentro y fuera de las aulas)

 Por D.T.I. Pedro Corzo Corea*

Un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad

Rodolfo Usigli [1]

Tal y como se plantea en el texto «La Filosofía. Una Escuela de la Libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), este ejercicio de reflexión se circunscribe en el contexto de lo que en dicho escrito se denomina “otras dimensiones de la filosofía”, no solo en cuanto a la enseñanza, sino que también en cuanto al aprendizaje. Es decir, que no solo se puede filosofar en otros lugares, aparte del aula, sino que además se puede filosofar de otras maneras: informal, natural, espontánea[2] y, por qué no, de forma teatral, escénica. De esto último trata este ensayo.

Las actividades didácticas de enseñanza-aprendizaje de la Filosofía,  las Ciencias, las Letras y  las Artes se puedan llevar a cabo con  diversos recursos, entre ellos los de las artes escénicas, y deben estar especialmente diseñadas para incentivar y desarrollar en los educandos habilidades primordiales y competencias básicas que les permitan obtener un desarrollo del pensamiento reflexivo, crítico y propositivo, que a su vez sea la base para que continúen aprendiendo por sí mismo el resto de sus vidas

Por ello, como Docente, Tutor e Investigador, miembro de la Academia de Filosofía, del Plantel Tláhuac “José Ma. Morelos y Pavón”, del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México (IEMS), en coordinación con estudiantes de Filosofía I, II, III, IV y de Filosofía Política, he diseñado una actividad didáctica en la cual convergen asuntos alusivos a las competencias de las asignaturas mencionadas.

En el marco de algunos de los Encuentros de Artes Escénicas del IEMS, que se llevan a cabo cada año, desde el año 2000, hace 20 años, se ha compartido con los espectadores una interpretación dramática y sintética del Critón o del deber de Platón, que he dramatizado por escrito, como puesta en escena de teatro escolar, para ser representado por estudiantes de las asignaturas de Filosofía del nivel medio superior del IEMS. En el sentido que plantea Oscar Brenifier:

filosofar consiste en restaurar la tradición socrática de la filosofía –basada en la confrontación con el discurso de uno mismo y con el de otros que implica todo diálogo-y en profundizar en los presupuestos latentes que estas opiniones encubren. Este enfoque de la práctica filosófica, inspirado en la mayéutica socrática, y que pretende implantar una concepción más bien social o comunitaria de la filosofía, implica un auténtico giro copernicano en la enseñanza de la filosofía y, por extensión, de la concepción de la educación.[3] 

En cuanto a los docentes, como ejecutores de actividades de enseñanza, los principales objetivos que se persiguen con ésta propuesta son:

  1. Contribuir con el permanente desarrollo profesional de los profesores.
  2. Enriquecer estrategias de trabajo con los estudiantes.
  3. Intercambiar puntos de vista.
  4. Reflexionar en torno a la práctica docente, en aras de actualizar y perfeccionar técnicas de enseñanza-aprendizaje y poder aplicarlas a favor de un aprendizaje más eficaz de los educandos.

Ante la pregunta ¿tienen las artes escénicas alguna utilidad en la práctica docente? La respuesta es sí. Y se precisa que tienen un amplio espectro de aplicación en la formación y actualización de la práctica docente, dado que coadyuvan a mejorar el comportamiento y rendimiento educativo de los docentes y estudiantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo anterior se fundamenta en las consideraciones siguientes:

Consideración No.  1

Las artes escénicas tienen gran utilidad en el proceso de formación de los educadores, para que puedan crear herramientas pedagógicas efectivas.  Con base a Héctor Azar[4]:

[…] habremos de llamar teatro escolar o educacional [al que tiene como] finalidad [una] experiencia […] educacional y el público a quien va dirigido: los escolares [de cualquier nivel, y que pueda] servir de auxiliar efectivo en la exposición de los valores educacionales.[5]

Consideración No.  2

Tradicionalmente, tal y como lo plantea George Laferriére, de la Universidad de Quebec, Canadá, se observa que el arte dramático y la escuela se presentan como “[…] mundos diferentes  y parecidos, que se conocen mal entre sí, porque […] pocas veces [nos] hemos [ocupado] de unirlos.”[6]

Se pretende encontrar vasos comunicantes entre el teatro, en lo particular, y las artes escénicas, en lo general, con la educación, con la práctica docente y de aprendizaje de la Filosofía. A la manera de Alberto Ravenga, del Instituto Público La Llauna, de Barcelona,  “debemos ir más allá del contenido disciplinar y explorar la puesta en escena (didáctica) del contenido”[7] disciplinar. Y en el mismo sentido, el Dr. Luis María Cifuentes Pérez, afirma que la “Filosofía, como como disciplina curricular que ha de ser enseñada, se inserta dentro de la propia didáctica de la Filosofía, pues ésta no puede concebirse sin su capacidad de ser enseñada”[8]

Consideración No.  3

El arte dramático es una poderosa herramienta didáctica para la enseñanza de asignaturas  diversas, apud George Laferriére:

[…] el arte dramático está constituido por un conjunto de valores, reglas, principios, preceptos, modelos y muchos datos teóricos y prácticos cuya meta es guiar las intervenciones del profesor a fin de mejorar los aprendizajes de todos los participantes.[9]

Así que en Quebec, Canadá, la Comisión de Terminología de Educación precisa  que el arte dramático es poseedor de un método educativo denominado pedagogía artística, entendida como un “Conjunto de procedimientos que utilizan los docentes recurriendo a los conocimientos e instrumentos propios del arte y de la pedagogía”[10].

Consideración No. 4

Laferriére afirma que el arte dramático tiene una importante analogía con la práctica docente, a saber:

[…] de la misma manera que un director de teatro utiliza todas las técnicas y todos los instrumentos teatrales que tiene a su disposición para demostrar su conocimiento y su competencia con sus actores, el [docente] utiliza todas las técnicas y todos los instrumentos a su disposición para demostrar su conocimiento y competencia con los alumnos. En ambos casos, los dos se sirven de la educación creativa y se les podría definir como artistas-pedagogos [o pedagogos-artistas] [11]

El mismo autor, apud  L. Ryan en su obra Innovation créatrice, Montréal: Ed. PUQ,  1986, precisa que la educación creativa es:

El […] ‘acto de acompañar a alguien en su busca de  la expresión, dándole plena libertad de ser y ofreciéndole medios para que se exprese lo mejor posible. Es una educación cuya meta es desarrollar actitudes creativas que llevarán al [estudiante] a vivir plena y auténticamente’.[12]

Y continúa Laferriére, con base al planteamiento de J. Leif [13], que el asunto en la educación, en relación a la noción  de “acto de acompañar”, que por cierto es fundamental en el rubro de Tutoría, en el IEMS, consiste en:

[…] ayudar  a imaginar y a descubrir, a sugerir caminos que conduzcan a las preguntas que permiten que [el educando] tenga una apertura a la comprensión, la explicación o la justificación […] que ponga a los estudiantes en situación de investigación y les dé la oportunidad de encontrar sus propias respuestas […] [14]

Consideración No. 5

En el seno del Equipo Interdisciplinario de Investigaciones Escénicas (EIIE) del IEMS, como foro o espacio de reflexión, debate, investigación y de intercambio de opiniones sobre asuntos educativos, se contempla, tal como lo precisa Laferriére, el “[…] cruce de […] disciplinas y, también de contenidos y agentes […].”[15] Tal intersección es válida y producto del análisis e interpretación que se efectúa sobre el quehacer docente en el IEMS. Por ello, se considera que la noción de interdisciplina es indispensable y útil en la formación docente.

Además y sin existir limitación, tal como lo plantea Héctor Azar:

Es el momento […] en que el estudiante [y el profesor] deben cruzar la línea del espectador para volverse autores y actores de sus experiencias teatrales [y educativas]. Es indicada en ésta fase la creación de clubes  [como la Agrupación Amigos del Teatro en el Plantel Tláhuac “José María Morelos y Pavón”] y talleres teatrales [creados ya  por varios Docentes, Tutores e Investigadores, en la mayoría de los planteles del IEMS, tanto del escolarizado como del semiescolarizado] sobre la base de realizar el teatro como medio audiovisual.[16]  

Por lo anterior, se propones las siguientes Líneas de las Artes Escénicas en Educación, a saber:

Consideración No. 6

Para finalizar, se sugieren talleres de formación docente, en los cuales se instrumenten las tres líneas de las artes escénicas, en relación a la educación, que permitan “[…] imaginar, buscar y encontrar nuevas soluciones constantemente”.[17] Talleres en los cuales el docente reflexione sobre  cómo debe enseñar su saber o disciplina.

Formación docente entendida como el “conjunto de acciones diseñadas y ejecutadas por la autoridades educativas [locales y federales] que imparten educación básica y media superior (…) de educación superior para proporcionar las bases teórico prácticas de la pedagogía y demás ciencias de la educación”.[18] Y la correspondiente capacitación concebida como el acervo de actividades “encaminadas a generar aptitudes, transmitir conocimientos o detonar habilidades específicas para el ejercicio de la función docente”.[19]

Consideración No. 7

Es indiscutible que si lo anterior se lograse, de acuerdo con Bertolt Brecht, entonces:

Es evidente lo mucho que se ganaría si, por ejemplo, el teatro o el arte en general fueran capaces de producir una imagen practicable del mundo. Un arte capaz de ello estaría en condiciones de influir  profundamente en el desarrollo social. Ya no se limitaría a dar origen o impulsos más o menos ciegos, sino que brindaría el mundo al hombre que siente y piensa, le brindaría el mundo de los seres humanos para que en él efectúe su práctica.[20] 

La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio

Por todo lo anterior

Se establece que las artes escénicas colaboran a obtener una experiencia educacional, que en éste caso, al montar la señalada obra, Critón o del deber, de Platón, auxilia para adquirir las competencias plasmadas en los Programas de Estudio de Humanidades del IEMS, de manera específica de la asignatura Filosofía II, pero también de las demás asignaturas filosóficas (Filosofía I, III, IV y Filosofía Política)   como son:

  1. Distinguir, analizar y evaluar los discursos argumentativos en sus formas lógica y retórica con el fin de identificar intenciones y usos del lenguaje.
  2. Construir distintos tipos de argumentos que permitan participar en debates, probar o demostrar ideas y expresar posiciones con fundamentos suficientes.
  3. Contextualizar problemas morales y éticos de nuestro entorno con el fin de tener mayor conciencia para la toma de decisiones.
  4. Analizar críticamente las manifestaciones artísticas a partir de consideraciones estéticas y reconocerlas como parte del patrimonio cultural, su defensa y preservación.
  5. Desarrollar nuestro potencial artístico, como manifestación de nuestra personalidad y arraigo de la identidad, considerando elementos objetivos de apreciación estética.
  6. Evaluar de manera crítica los fundamentos éticos de las diversas formas de organización política para incidir en el desarrollo de la comunidad

En el Critón o del deber se encuentra  lo siguiente:

  1. Un debate en tanto que hay opiniones contrapuestas entre tres personas (Critón, Sócrates y la Ley).
  2. Una introducción al tema sobre el que se debate (huir o no huir de la cárcel en la que está recluido Sócrates).
  3. Exposición de una tesis u opinión que se sostiene con razonamientos (al inicio Critón le propone a Sócrates que huya).
  4. Posturas positivas, que son pruebas que apoyan las tesis de huir.
  5. Posturas negativas, que son razonamientos contrarios, que rechazan las tesis u opiniones iniciales de huir.
  6. Un cuerpo argumentativo que consiste en un conjunto de razonamientos que pretenden convencer a Sócrates, de que escape; y otro que radica en un grupo de razones que están orientadas a impedir que Sócrates  se fugue de la cárcel
  7. Para finalizar con una conclusión, en la cual Sócrates decide no huir, por las razones que se habrán de ver a lo largo del diálogo. Es sorprendente ver la primera reacción de los estudiantes de Filosofía II, de segundo semestre de bachillerato, al extrañarse de por qué Sócrates no aceptó la propuesta de su discípulo Critón de que escapara, sobre todo que “ya todo estaba arreglado”. Comparada con la segunda respuesta, una vez que han leído todo el diálogo, y de manera especial cuando se fue profundizando, en cuál es el planteamiento de Sócrates. Al llegar al grado, que se convencen que Sócrates era un hombre de honor, de palabra, y que respetaba sus principios, y también veneraba la ley de donde vivía. Gabriel Vargas Lozano, en su obra Filosofía ¿para qué? afirma:

La filosofía enseña a comprender la complejidad de la acción humana y a distinguir el discurso propiamente filosófico respecto del ideológico y del científico, y a estudiar las formas mediante las cuáles la humanidad ha venido rompiendo con esquemas fosilizados y accediendo a una comprensión compleja del ser humano y del mundo para lo cual se interrelaciona con la ciencia y se produce a través del diálogo entre las diversas culturas.[21]

8. Pero además y de forma clara, hay un dilema moral, es decir, una circunstancia en la que es necesario elegir entre dos opciones: huir o no huir.

9. Todo en una obra de arte propia de las artes escénicas en la cual se integran: actuación, representación de historias frente a una audiencia, combinando discursos, gestos, escenografía, vestuario, música, sonido y espectáculo.

Tal ejercicio teatral, escénico, como se describe, cuenta con un elenco conformado por dos actores y una actriz, y un equipo de producción de 30 elementos (Dirección, Asistentes de Dirección, Audio, Fotografía y Video, Maestros de Ceremonias, Vestuario, Pancartas, Logística, Recepción, y Seguridad)  bajo la Dirección del D.T.I. Pedro Corzo Corea, profesor de Filosofía del Plantel Tláhuac “José María Morelos y Pavón” del IEMS.

La idea central es aproximar al estudiante a un texto filosófico clásico, y que se inserte en una dinámica de búsqueda de la comprensión de lo que el texto plantea. Apud Johannes Rohbeck, de Tecnische Universät Dresden:

Los textos no se entienden por sí mismos. A su comprensión pertenece un lector activo que se apropie autónomamente de un saber que no es el suyo. La exigencia mínima consiste en comprender las ideas de un autor, lo cual, sin embargo no sería en absoluto posible sin las ideas propias”. [22] 

Todos los estudiantes involucrados se apropian del texto, en tanto que se “vuelven” Sócrates, Critón o la Ley: Ello sucede al “tallerear” el texto, que es algo más que discutir en grupo el contenido del diálogo, dado que cada uno de los participantes, actriz, actores, o equipo de producción, deben poner toda su atención al relato en cuestión. El ambiente se vuelve intenso y personal, y la retroalimentación es permanente, ya que entre todos se va construyendo la mejor forma de interpretar el rol que a cada uno corresponda. Dicha retroalimentación se potencia, una vez que se van sucediendo los ensayos, los cuales se efectúan, una vez que cada quien tuvo claro qué es lo que tiene que hacer, cómo, cuándo, dónde, y antes de quién y después de quien, debe actuar.

Se pretende coadyuvar a que el estudiante de educación media superior ingrese a una actitud de búsqueda de sí mismo y que “descubra” cuál es el papel o personaje que desempeñará en su vida porvenir. Según N. Volkov, en el Estudio Preliminar de Mi vida en el arte, de Konstantin Stanislavski, estableció que éste, pretendió escribir sobre el “sistema de creación escénica” que él empleó.  En dicho “sistema” se intenta ingresar a una condición de “trabajo interior y exterior del artista [en éste caso el estudiante] sobre su propia persona” y “el trabajo interior y exterior sobre el personaje [¿qué será en su vida?]”.[23]


* D.T.I. Pedro Corzo Corea: Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Cuarenta y un  años de experiencia docente en Filosofía en Educación Media Superior. Actualmente Docente, Tutor e Investigador en el Instituto de Educación Medio Superior de la Ciudad de México, y miembro del Observatorio Filosófico de México. corzo1@yahoo.com

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[1] (Ciudad de México, 1905-1979) Dramaturgo mexicano que llevó a cabo una completa renovación escénica en su país; abordó el teatro desde las más variadas actividades (crítica, puestas en escena, promoción desde cargos oficiales) y brilló como autor de un sólido conjunto de piezas inseparables de la realidad nacional. Convencido de que la función del teatro era decir la verdad sobre la sociedad, su trabajo y técnicas teatrales inspiraron a toda una generación de dramaturgos, en la que destacaron E. Carballido, S. Magaña y J. Ibargüengoitia. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/usigli.htm

[2] Apud, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), La Filosofía. Una Escuela de la Libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro, Trad. UNESCO, México: UNESCO  2011,  p. 153.

[3] Oscar Brenifier, Enseñar mediante el debate, (tr.) Gabriel Arniz, México: Edĕre, 2005,  p. 15.

[4] El maestro Héctor Azar (1930-2000). Dramaturgo mexicano, director de escena, formador de actores, promotor teatral y cultural, escritor y maestro. En pocas palabras, un Zoon Theatrykón (animal teatral), como él mismo se definía. Tiene una presencia insustituible en el teatro y la cultura nacional. Recorrió incansablemente los escenarios del teatro y la cultura de nuestro país durante más de cincuenta años para dejar su huella imborrable: como director llevó a escena más de un centenar de obras teatrales; como dramaturgo nos legó obras como La Appassionata, El Alfarero, Inmaculada, Olímpica, La higiene de los placeres y los dolores, y Diálogos de la clase medium, entre otras. Como promotor teatral, el teatro mexicano le debe la creación de instituciones como Teatro en Coapa, el Centro Universitario de Teatro, la Compañía de Teatro Universitario, la Compañía Nacional de Teatro, el Foro Isabelino y el Centro de Arte Dramático, CADAC. http://hectorazar.blogspot.mx/ 

[5] Héctor Azar, Teatro y educación: primaria, media superior. México: INBA-UNAM, 1964,   p.  5

[6] Georges Laferriére: La pedagogía puesta en escena, Prólogo Tomás Motos, España: Ñaque Editores, 1997,  p. 16.

[7] Alberto Ravenga, “Las relaciones entre Filosofía y Didáctica”, en Luis María Cifuentes Pérez, et. al., Didáctica de la Filosofía, España: Graó, 2010, p.  11.

[8] Luis María Cifuentes Pérez, et. al., Didáctica de la Filosofía, España: Graó, 2010, p.  5.

[9] Laferriére, Op. Cit: p.  18.

[10] Ibid.

[11] Ibid.

[12] Ibid

[13] Leif, J, L’ Imagination crétrice, créativité, Paris: Delagrave, 1985,  75 pp.

[14] Laferriéres, Op. cit.  P. 19.

[15] Ibid, p. 13.

[16] Azar, Héctor, Op. cit.  P. 9.

[17] Laferriére,  Op. cit., p. 19.

[18] México, Leyes. Estatutos, etc., Decreto por el que se expide la Ley Reglamentaria del Artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Mejora Continua de la Educación. México: Diario Oficial de la Federación, 2019, Art. 15.

[19] Ibid

[20] Bertolt Brecht, “Una nueva actitud ante el teatro: de la identificación al distanciamiento”, en: Sánchez Vázquez, Adolfo, Antología. Textos de estética y teoría del arte, Lecturas Universitarias No. 14., México: UNAM,  1972,    p. 415.

[21] Gabriel Vargas Lozano, Filosofía ¿para qué?, Desafíos de la filosofía para el siglo XXI, México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2014,  p. 76.

[22] Johannes Rohbeck, “Transformaciones didácticas”, (tr.) Manuel Orozco Pérez, en Rafael V. Orden Jiménez, et. al., Diotima o de la dificultad de enseñar filosofía, Akroásis, Serie de Didáctica de la Filosofía, Salamanca: Escolar Mayo Editores y Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid,, 2016, p.  19.

[23] Stanislavski, Konstantin, Mi vida en el arte, Estudio Preliminar de N. Volkov, Edición y corrección: Royma Cañas, La Habana: Ed. Alarcos, 2013,   p.  28.

Bibliografía

Azar, Héctor, Teatro y educación: primaria, media, superior, México: INBA-UNAM, 196432 pp.

Brenifier, Oscar. Enseñar mediante el debate, Traducción, Presentación y Notas de Gabriel Arnaiz, México: Ed. Edĕre, 2015, 132 pp.

Cifuentes Pérez, Luis María, María Gutiérrez, José, al, Didáctica de la Filosofía, Col. Formación del Profesorado. Educación Secundaria, No. 6, v. II, Barcelona: Graó, 2010,  177 pp.

Leif, J, L’ Imagination crétrice, créativité, Paris: Delagrave, 1985,  75 pp.

Laferriére, Georges, La pedagogía puesta en escena, España: Ed. Ñaque, 1997, 173 pp.

Laferriére, Georges, Prácticas creativas para una enseñanza dinámica, España: Ed. Ñaque, 1997, 173 pp.

Medina García, Virginia, al., El teatro en el aula, Granada: Editorial Comares, 1998, 182 pp.

Orden Jiménez, Rafael V,, et. al., Diotima o de la dificultad de enseñar filosofía, Akroásis, Serie de Didáctica de la Filosofía, Salamanca: Escolar Mayo Editores y Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid,, 2016, 367 pp.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), La Filosofía. Una Escuela de la Libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro, UNESCO, México: UNESCO 2011,  277  pp.

Platón: Critón, Edición, Traducción y Notas con Estudio Preliminar de María Rico Gómez, Revisión de la edición por: D. Manuel Fernández-Galiano, Catedrático de la Universidad de Madrid, Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957, 21 pp.

Platón: Diálogos, Estudio preliminar de Francisco Larroyo, Vigésimo primera edición, Col. “Sepan cuantos…”, No. 13, México: Ed. Porrúa, 1989, 21-29.

Romero Griego, Miguel, Filosofía de la Educación, Ideología y Utopía, México: Ed. del Lirio, 2014, 161 pp.

Sánchez Vázquez, Adolfo, Antología. Textos de estética y teoría del arte, Lecturas Universitarias No. 14., México: UNAM, 1972, 492 pp.

Stanislavski, Konstantin, Mi vida en el arte, Estudio Preliminar de N. Volkov, Edición y corrección: Royma Cañas, La Habana: Ed. Alarcos, 2013, 187

Vargas Lozano, Gabriel, Filosofía ¿para qué? Desafíos de la filosofía en el siglo XXI, México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), 2014, 154 pp.

 

 

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XIX)

LA VIOLENCIA DE GÉNERO DETRÁS DE LA PANDEMIA

Por Karina Luna Islas (UNAM-UAMX)*

La pregunta inicial con la que nace esta reflexión es la siguiente,  ¿se vive la pandemia del mismo modo siendo hombre que mujer? La pregunta no es trivial, ya que siendo filósofa y feminista es una obligación perenne leer entre líneas la información tan diversa que a diario conocemos a través de los medios de comunicación para conocer con un mayor nivel de profundidad cuál es la situación de las mujeres hoy en día y, con ello, desentramar desde el encierro qué podría preocuparle a las feministas con la pandemia.

Crédito: Karina Luna Islas

El panorama en general, de acuerdo a la OMS, señala que América Latina se ha convertido hasta este momento en el nuevo epicentro global de la enfermedad y México, pese a sus agresivas y precautorias medidas, ha sufrido trece mil muertes hasta ahora, según el Whashington Post del 07 de Junio. Con este panorama puede deducirse que muchos de los problemas sociales están incrementándose con la pandemia. Frenar la enfermedad no ha sido posible, en un terreno tan desigual, pobre y corrupto, mientras que la confianza en las instituciones colapsa y se nulifica.

Podríamos pensar que un mundo futuro mejor se aproxima, sin embargo para las filósofas dedicadas a los temas de mujeres, bajo estas circunstancias inesperadas de muerte, enfermedad y confinamiento, este mundo posible no parce tener sentido, si consideramos que los casos de violencia doméstica y por género han ido en aumento.

Las mujeres confinadas con su agresor, han tenido una situación más difícil ahora con la pandemia; pese a la negativa expuesta por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien restó importancia al anuncio realizado por su propio gabinete, sugiriendo sin evidencia, que la mayoría de las llamadas de emergencia en el país, son falsas. Siendo que se desbordaron con mas de veintiséis mil reportes de violencia contra las mujeres (la cifra es la mas alta desde la creación de la línea ayuda). “El noventa por ciento de las llamadas que te sirven a ti, son falsas” dijo en un discurso dirigido a la nación el 05 de Abril del 2020.[1]

Desestimar el problema del asesinato y violencia, desde la presidencia, pese a un gabinete en su mayoría conformado por mujeres, ha resultado ser un gran problema para las feministas de este país.

Según las cifras no oficiales, en México más de seiscientas mujeres y niñas han sido asesinadas del 23 de marzo al 09 de junio de este año. Wendy Figueroa, Directora General de la Red Nacional de Refugios, quien supervisa que los centros que ayudan a las mujeres que sufren violencia operen en todo el país, señala que nuestro presidente no sólo niega la violencia hacia las mujeres sino que fomenta con su indiferencia el odio persistente que hay alrededor de ellas.

En este período de confinamiento ha surgido la campaña “cuenta hasta 10”, sugiriendo que el problema de violencia que viven las mujeres dentro del confinamiento es responsabilidad de las mujeres, no de los hombres que la ejercen, ni de las instituciones carentes de leyes justas, puestas  en acción. Al parecer, dicha campaña apela a la “tolerancia femenina” pero entre líneas deja ver la insensibilidad e incapacidad para abordar este problema desde lo institucional.

Cabe señalar que no es un problema exclusivo del gabinete y su presidente en turno, sino de una estructura misógino-patriarcal subyacente en todos los sistemas: económico, político, educativo, moral. “Contar hasta 10”, dicen las feministas; es contar el número de mujeres asesinadas a diario en nuestro país.

A partir del COVID-19, y el confinamiento, las mujeres no salen a denunciar a su agresor, y, por ende, la atención no existe, según Candelaria Ochoa, Directora de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

Crédito: Karina Luna Islas

A este contexto, hay que añadir el hecho de que el presupuesto para atender a las mujeres en situación vulnerable, ha disminuido y se ha generado un mayor número de mujeres víctimas de violencia. “El número de mujeres que huyen de sus casas hacia los refugios de la Red se ha incrementado en un 77 por ciento, desde que entraron en vigor las medidas del distanciamiento social.”[2] Mientras que en el mes de Abril, han sido asesinadas once mujeres al día.

En conclusión, gracias al paradigma del feminismo, se logra exponer y denunciar el sesgo patriarcal desde el cual se pretende minimizar la violencia que sufren en su día a día las mujeres confinadas en nuestro país. Y, al mismo tiempo, también el feminismo da cuenta de las carentes acciones y políticas para enfrentar el odio hacia las mismas, y, desde la organización social, colectiva, política y cibernauta de las mujeres, las denuncias este año han sido más visibilizadas que nunca a través de los diversos movimientos de mujeres, sus manifestaciones, la quema y pinta de monumentos, puertas, locales, calles y la toma de diversas Facultades; expresiones que, no son otra cosa, mas que la exigencia para garantizar la vida siendo mujer, ante un Estado que las pretende borrar.

 

[1] Ver: New York Times, La jornada.

[2] Ver: New York times. com/ abril 11/2020

* Maestra en Ética por el Posgrado de Filosofía de la UNAM y Maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-Xochimilco, miembro de la Red de Mujeres Filósofas en América Latina. Actualmente trabaja en el Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México.

 

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XVIII)

EL BIEN MÁS QUERIDO Y CUIDADO EN TIEMPOS DE PANDEMIA.

Por Dante E. Bello Martínez (CCH-Sur)

“…Y uno de esos días salieron como siempre ya en el camino dos cacomizcles se apartaron de los demás y se fueron juntos. Estos animales que siempre son muy risueños y muy juguetones, siguieron su camino y empezaron a conversar en su idioma. Pasaban por donde había árboles frutales y, entonces, el más tonto le dice al otro:

Mientras estamos aquí, comeremos frutas.

-Nos van a matar.

-No le hace.

-¿De veras, qué no lo crees?

-¿Pero quién nos ha de matar?

-A veces, apenas quiere uno coger alguna cosa, luego lo quieren matar, y si lo matan a uno lo pasean en el pueblo pidiendo limosna.

-¿Pero qué es cierto?

-Por lo que veo, tú nunca te has muerto… ¡Quieto! ¡Quién sabe quién viene!…” *

EL LEÓN, EL CACOMIZCLE Y LA ZORRA. Comp. Pablo González Casanova. “Cuentos Indígenas” (Prólogo de Miguel León-Portilla) IIH-UNAM 2001 p. 13.

EL LEÓN, EL CACOMIZCLE Y LA ZORRA. Comp. Pablo González Casanova.

Al igual que en este cuento los cacomizcles se refugian en la naturaleza para dejarse ser, sin miedo a la muerte (diría el nuevo clásico millenial: “sin miedo al éxito”), la humanidad sórdida, se refugia en sus pequeñísimas certezas bajo la amenaza de la epidemia del COVID19 o SARS-COV2. Con temor a los que nos rodean, pero sin un miedo genuino a la muerte, (porque no sabemos lo que es la muerte, no la conocemos en persona, no la hemos experimentado, y por lo tanto, no podemos estar totalmente listos para ella) los seres humanos solemos estar en disposición de experimentar cualquier clase de aventura volicional o cognitiva que en estos días rompa el tedio del confinamiento y brinde adrenalina extra a la carga de tensión acumulada en el sillón o en el sofá. Hace unos días, Jürgen Habermas afirmaba que la epidemia estaba mostrándonos cuan grande es nuestra ignorancia, pues nunca habíamos sabido tanto de ella, así como la presión de actuar en medio de la inseguridad (Habermas, 2020, 1) en un sutil guiño a Sócrates-Platón, pues con este coronavirus, solo sabemos que no sabemos nada; nuestra única certeza radica en la ignorancia misma[1].

1er nivel de consciencia: el freno a la normalidad, tal y como la conocemos. Este es un freno que aplica a la condición fundamental de la naturaleza. En efecto, no hay vuelta atrás. Las cosas no volverán a ser como eran, o para decirlo con mayor fuerza y claridad, la antesala de una nueva normalidad que es la anormalidad misma, lenta y tendiente a erigirse como permanente. Aquí me parece justo recuperar la enseñanza clásica del problema ontológico de Parménides: “una cosa no puede ser y dejar de ser al mismo tiempo.”(García Bacca, 1979, 35) O está siendo, o esta dejando de ser…. Pretender regresar a la normalidad tal como era, hoy mas que nunca representará un retroceso, en sentido histórico y en sentido metahistórico. En sentido histórico, debido a que partimos de la premisa romperredes de que “todo tiempo pasado fue mejor”, siempre y cuando lo permita la resistencia del presente. En sentido metahistórico, porque más allá del “antes” o el “después”, tenemos al “en parte igual y en parte diferente”, por lo tanto, las cosas nunca son (ni volverán a ser) las mismas. Esto rompe la estratificación romántica de la poesía milenial que proclama a los cuatro vientos digitales (facebook, twitter, Instagram y TikTok) y en todas las redes sociales: “Uno siempre vuelve a donde fue feliz” al son de la más alta contradicción “nunca, nadie…” dos expresiones muy típicas de la época que son muestra de la romantización frecuente a la que acuden los nativos digitales en sus expresiones meméticas, pero que en el fondo reflejan la legítima lucha y resistencia contra la propia naturaleza, tal como para nuestros padres hippies resultaba el “Prohibido prohibir”o el “Rock suave” o para la generación X nos resulta y nos mueve el nihilismo grunch y el animo grinch del rock depresivo, tristemente alegre, o alegremente triste. Así pues, nada nuevo bajo el sol.

2º nivel de consciencia: el freno al sistema, tal y como le hemos permitido que sea. Este es un freno que fundamentalmente aplica para la condición económica, política y cultural de nuestra realidad. Tal vez sea el más difícil de aceptar, y el mas duro de roer.  Zizejk[2] nos invita a cuestionar en estos tiempos al sistema de producción capitalista que tiene al mundo donde está, pensando que el virus sea ideológico (esto es, que venga a favorecer determinada ideología, no que sea una mera idea, por favor) y benéfico, que en su propagación, pensaremos en una sociedad alternativa de solidaridad y cooperación (Zizejk, 2020, 2). De verdad si se tiene que equilibrar el bien más universal que es la vida con uno de los bienes que es la riqueza, ¿esto solo se logra cuestionando el retorno a la nueva normalidad bajo los tiempos y las condiciones del mercado? ¿no será más válido cuestionar ese sistema de mercado, producción, extractivismo y devastación, motor de pobreza y de muerte, que viene fallando desde hace mucho tiempo? ¿En verdad hoy se tiene que escoger entre el dinero o la vida? Retomo los cuestionamientos de una amiga y compañera de lucha (Sandra Sofía):

“Oigan, estoy preocupada. Tengo varios apuntes del futuro con el Covid19.

*En verdad consideran, ¿qué vamos a «regresar a la normalidad»,aunque sea de manera escalonada?

*En verdad consideran, ¿que creando una vacuna todes estaremos absueltos de no morir de covid19 y todes tendremos acceso?

*En verdad consideran, ¿qué es una actividad prioritaria la minería? (Homologado con la actividad automotriz y de construcción)

*En verdad consideran, ¿qué no se seguirán perdiendo más empleos?

*En verdad consideran, ¿qué no habrá un rebrote global?

*En verdad creen, ¿qué vamos a ir la escuela, a los trabajos, al mercado -y las personas que trabajan en la informalidad-, así como si nada, sin medidas sanitarias por más de un año o varios?

*En verdad, ¿ignoran que la violencia contra las mujeres en los espacios domésticos no seguirá acrecentándose hasta llegar a lo más terrible?

*En verdad, ¿se han percatado de las presiones económicas de nuestro vecino EUA, para «reactivar la economía»- aunque no haya condiciones dignas del cuidado de la vida para nuestrxs trabajadorxs-?

*En verdad consideran, ¿qué no habrá nuevos virus para los que nuevamente no estaremos listos?

*En verdad, ¿creían que no estaba militarizado el país? ¿Y la guardia nacional?

*En verdad ¿siguen pensando en más títulos nobiliarios y riqueza, en vez de una organización económica colectiva?

*En verdad, ¿han pensado los estragos psicoemocionales-sociales que está dejando la crisis sanitaria?

*En verdad, ¿creen que una pandemia acaba?

*En verdad, ¿creen qué México puede subsidiar tantas pruebas, hasta para personas asintomáticas?

*En verdad, ¿siguen sin creer en redes afectivas y de cuidado como sostén del tejido social y la vida?

*En verdad, ¿se entiende que se está luchando por la vida hace mucho tiempo y ahora sólo es «más visible»? Y que en el mundo, nos han colocado como ciudadanas/os de segunda a la mayoría, de esos, que la vida no vale nada.

*En verdad, ¿nos seguimos sintiendo superiores a los animales como especie; -así como la misma superioridad que ejercen los hombres en las mujeres-?

*En verdad, ¿cuáles son nuestras prioridades, en serio «la vida»?

*En verdad, ¿pueden seguir pensando que no estábamos en crisis?….

3er nivel de consciencia: el freno a sí mismo, la lucha por vencerse. El retorno a la vida familiar o redescubrir al círculo cercano como la unidad básica del tejido social. “No es el mucho saber lo que sacia y satisface el ánima, sino el gustar y sentir de las cosas, internamente.” Íñigo López de Mendoza. La vida de interioridad, la lucha contra si mismo para derrotarse y volverse a inventar. Hoy le dicen: “dar la mejor versión de uno mismo”. La filosofía ha invitado al ser humano al cuestionamiento profundo de sí mismo desde la antigüedad griega, Justo en el pórtico de la Stoa: “Conócete a ti mismo”. Pero en el fondo, occidente y el pensamiento mas conservador se ha encargado de deformar el concepto individuo e inmediatamente después y junto a esto, el de familia, con sus ratos de toxicidad y sus machos ratos de abuso y violencia. Es terrible que mientras la pandemia crece, los números de infanticidios y feminicidios, violencia de género y otras muestras de barbarie, no cesan sino que por el contrario aumentan, dejando rasgos de un maltrato pandémico a las víctimas, vejación de clase y género, machismo neurótico y desvinculante en el confinamiento, y la agresión terminal. Resulta muy sintomático que a la par de ello, se manifiesten los envenenamientos por consumo del alcohol adulterado (cuando hoy día el alcohol es un artículo de primera necesidad para la higiene y no para andar tomando pajaretes). No se alcanzan a avizorar los actos de justicia y reparación del daño, la inteligencia de las víctimas y sus derechos a la verdad y a la justicia, los señalamientos de la barbarie como actos que claman contra la naturaleza humana de benevolencia y voluntad general, bien común y destino universal de los bienes. Como si no hubieran genocidas ni proxenetas en los tiempos de pandemia. Además se incrementan los sitios y el intercambio de pornografía infantil y el número de hijos no calculados ni previstos en tiempos de COVID19, cancelando la opción del aborto.

Esto lleva necesariamente a un replanteamiento cultural, político, económico y sistémico, que le tocará a los jóvenes hacer a partir de la “nueva normalidad” o lo que llamo yo “la bienvenida a la anormalidad”. Dejemos que ahora ellos guíen el barco. Con la misma congruencia con la que los adultos mayores, decisivos en las políticas del pensamiento liberal y de mercado, por su edad y la cultura gerontocrática de las estructuras institucionales y de gobierno, denunciaron la injusta omisión o “selección natural” del primer borrador de guía Bioética del gobierno mexicano acudiendo a la sensibilización de los jóvenes para optar por la vida; con esa misma enjundia y cordialidad, toca a los adultos mayores replantear el sistema en su totalidad para brindarle a esos jóvenes que hoy les cuidan y protegen, por la responsabilidad y la conciencia de dirigir las instituciones, el compromiso de reciprocidad por cuidarlos y fomentar salarios justos, trabajos estables y dignos, condiciones de compra venta de bienes e inmuebles al alcance de ellos, quienes representan nuestra primera linea de fuerza en la batalla de la vida cotidiana (con o sin Covid19); más que devolverles el favor, que sea lo mismo que unos tuvieron al alcance de todos, como compromiso ético de no maledicencia y mayor beneficio y equidad económica y social para todos, un equilibrio político que contemple una sana relación con la naturaleza para dejar de producir más de lo que necesitamos consumir, que tengamos y proliferemos actos de compasión (padecer con, y no sentir lastima por) y cuidado por la naturaleza.

Un gran reto mediar entre los baby boomers y los milenials, reto híbrido que nos toca a la generación X. Mas allá de la lucha intergeneracional, tenemos diversos frentes que pensar y analizar:

  • Un cambio de modelo económico que deje de dañar a otros, que no admita la injusticia, que combata con toda su energía la pobreza y el hambre, y que prohiba la riqueza desmesurada. Esto implica terminar con la idea de que el mercado es perfecto y justo, y que el planeta tiene recursos interminables. También implica rediseñar instituciones y fórmulas que preserven la contensión de riquezas en unas cuantas manos, que nadie pueda acumular más de lo que puede disfrutar en vida, y que sienta profundo respeto por el planeta y la naturaleza, comenzando por sus hermanos(as), los(las) seres humanos(as).
  • Una nueva relación entre nosotros, será humanos. Evitar la añeja discusión que si esto lleva a un socialismo o a un capitalismo. Esa discusión nos tiene atrapados a lo largo de muchos años en una polarización social y política sin fin, que no soluciona nada. Termina no arreglándose nada porque las energías se desgastan en un binomio que reduce la gran diversidad humana a solo dos extremos que han mostrado (ambos), su capacidad de asimilar sistemas y favorecer corrupción. no hay sistema perfecto, y desde ahí debemos partir, con la conciencia de inacabamiento y de proceso abierto y siempre perfectible. El futuro que sea de los jóvenes.
  • Una nueva relación con la naturaleza. Dejar de identificar una lucha ambientalista que solo se adecua a postulados socialistas o comunistas. Como se dijo, evitar estos extremos, implica también identificar el principio básico de que la vida humana es el bien que más se debe cuidar, lo que lo valida para un extremo y otro, capitalistas y comunistas valoran la vida humana por encima de cualquier bien, especie, producto, ideología, dinámica e institución, y junto a ello, la vida de los animales, las plantas y la existencia inerte de lo que no manifiesta vida pero nos acompaña en el planeta.
  • Una nueva relación política con los demás, que parta de la carta a la tierra[3] y el manifiesto convivialista[4] para generar entre todos una Nuevo documento que podría indicar en la anormalidad, una nueva relación con la naturaleza, con los bienes, con los otros, y con nosotros mismos, más respetuosa y más amorosa.
  • A recientes fechas, Leonardo Boff ha plasmado sus reflexiones sobre el coronavirus y lo que ha movido a las sociedades[5], destacando de ello la hiperinformación ante el capitalismo de desastre, despertando el anhelo de un planeta saludable (casa común), un mundo biocentrado para conocerse a sí mismo en la última soledad de la persona que la lleva a ser y existir para el otro, a cuidar de sí cuidando a todo lo que es otro, cuidando el amor como vehículo de relación y dejando que en la nueva anormalidad el cuidado sea todo, sea amor de todo y a todo. Desalojar de la casa común la competencia para instalar la cooperación, desinstalar la compasión y el individualismo vertical para instalar la solidaridad y la pluralidad como principios horizontales y universales de esta casa común promoviendo una reconversión social y ecológica del aparato productivo y asumiendo la responsabilidad colectiva frente a un futuro incierto, pero común. Todo esto con carácter de urgente, para que no sea demasiado tarde, porque volver a la vieja normalidad es auto-condenarse y faltarle al respeto a la memoria de los que ya no están a causa de la pandemia. Es preciso instalar un nuevo contrato social mundial de respeto por la naturaleza, los seres vivos y el amor que les rige a todos, que comience por abatir el calentamiento global y la polarización de consciencia.
  • Boff llama a una nueva normalidad (yo digo que bienvenida la anormalidad) para evitar la radicalización de la vieja normalidad que pretende salir de la epidemia sin aprender nada: una anormalidad biocivilizada, un cambio de mentalidad y de corazón para los nuevos desafíos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales con un punto de partida que cada vez mas resuena en la consciencia planetaria: una sociedad moderadamente abastecida que rediseñe un modelo económico con un nuevo sentido de interdependencia global y una visión de un modo de vida sostenible. Un biorregionalismo al estilo que nos ha mostrado el confinamiento, fortaleciendo los mercados locales y las relaciones próximas, re-humanizando el comercio por la convivencia y la responsabilidad de cuidarnos. Finalmente, un cuidado esencial que nos reubique con el sentido de pertenencia a la naturaleza desde el eros hasta el thanatos, un sentimiento de solidaridad y cooperación, una responsabilidad colectiva, una hospitalidad como deber y como derecho, una convivencia de todos con todos, un respeto incondicional (no maledicencia, no dañar a la naturaleza bajo ninguna circunstancia), una igualdad fundamental que parte de la condición humana y el sentido profundo de justicia, una búsqueda incansable de la Paz y el Bien para todos desde un reencuentro de lo tecnológico y lo prioritario con la espiritualidad (cualquiera que esta sea) y una profundidad en la lectura de la vida y de la naturaleza. Lo resume como “Sencillamente volver a ser humanos”.

Señales de esperanza.

El Gobierno Neozelandés, primero en informar de no tener casos de Covid en el mundo, días antes de su gran ejemplo sanitario, tuvo un gesto económico preponderante, al considerar al PIB como una cifra obsoleta y pensar en buscar algo más real para el bienestar de su población.[6]

El Parlamento holandés, de igual manera, ha esta pensando estrategias para reactivar la economía con una desaceleración del consumo, como en el caso de los cárnicos, sin que esto represente una vida vegana o vegetariana[7] o con el consumo de energía[8]. Ahora están pensado en el retorno a la nueva (a)normalidad con una reducción en el consumo en varios rubros económicos[9].

Las protestas contra la brutalidad policiaca, con tintes evidentemente raciales, han sido la constante de las protestas en Estados Unidos de Norteamérica, y que en definitiva, entrelazan las luchas previas al COVID19 o SARS-COV2 en ese país y en el resto del mundo, acentuado en México por el asesinato de un constructor en Jalisco, un diseñador en Veracruz y un joven futbolista en Oaxaca, todos a manos de cuerpos policiacos[10]. Lo esperanzador es que todas estas protestas señalan una linea de continuidad indeleble entre lo que teníamos antes de la epidemia y lo que viene.

A nuestra Generación X no sólo nos tocará asumir el diálogo intergeneracional, sino responder con personalidad para tratar de equilibra las cosas, porque las causas mas radicales (pobreza, injusticia social, contaminación y extractivismo) claman fuertemente desde los jóvenes, que a pesar de la epidemia y otras cosas, vienen empujando fuertemente.

Deseo ampliar esta profundización con el relato de un colega, maestro y amigo comunicólogo que por FaceTime me platicaba algo terrorífico, que cae como balde de agua helada en la espina dorsal:

“Quisiera tener una palabra para advertir a la civilización de la desgracia que se aproxima. Yo tuve una hermosa familia con mi esposa que murió de un cancer implacable debido a que por su profesión (odontóloga) se exponía a la radiación de aparatos de alta tecnología que según nunca la iban a dañar. Juntos criamos a tres hijos. Mi hijo mayor, quien murió en un accidente automovilístico  cuando tenía 23 años y otro joven en estado de ebriedad lo impacto por un costado. Mi hija quien fue sujeta de violencia intrafamiliar vive lejos de su exmarido-agresor, y por lo mismo, ella y mis nietos permanecen lejos de mí, ya que el susodicho viene a buscarla por acá continuamente. Y mi hijo menor, quien acaba de ser desempleado por causa de la recesión que trae esta enfermedad, quien ahora cuida de mí y quien sufre discriminación por tener preferencia sexuales diferentes. No saben que difícil fue que él consiguiera trabajo, mal pagado y muy negreado. Ya pensé en heredarle la casa porque para que él se haga de una vivienda, es realmente imposible.

Creo que yo y toda mi generación gozamos del cuerno de la abundancia cuando niños; hasta el que no trabajaba tenía que comer, donde vivir y hasta un vehículo para moverse, por más modesto que fuera. Muchos de mis compañeros emigraron de la provincia y lograron salir adelante con facilidad. De niños pagábamos las entradas al cine y los golosinas en centavos. Crecimos con la esperanza de estudiar y gozar de un futuro y un prestigio, trabajo fijo y estabilidad laboral, fondos de pensión e incluso créditos blandos y abundantes por todos lados. Hubo perspectiva y la aprovechamos. Ciertamente fuimos una generación muy luchona y trabajadora, tanto, que nos olvidamos de lo mas importante: el futuro de nuestros hijos, el planeta de nuestros nietos, su agua y su aire, su trabajo y su pensión, su bienestar.

Tanto nos creímos ser la generación del cambio, que nos apropiamos no solo del presente, sino que cometimos el gran error de agandallarnos el futuro, sin compasión ni miramientos. Fuimos un grupo que combatió con energía la injusticia, pero por muy corto tiempo, mas tardamos en eso que en instalarnos en una vida de comodidades, no dejando nunca que nadie menor a nosotros amenazara nuestra estabilidad, sin contemplar que eran nuestro propios hijos y nietos a quienes estábamos amolando. Nos proclamamos revolucionarios cuando jóvenes, y hoy somos los de las responsabilidades de este mundo tan metalizado y cruel. ¡Claro que pudimos parar esto!, ¡Claro que lo veíamos venir! Pero nuestro afán de asegurarle al futuro a los nuestros, a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos nos ha demostrado hoy cuan equivocados estábamos. De jóvenes atacamos los regímenes políticos y económicos de opresión, pero por un corto tiempo, para luego convertirnos en los administradores y fieles guardianes de dicho régimen.

Hoy en la mañana vinieron de un laboratorio a tomarme una muestra para ver si estoy infectado de Covid19, porque los últimos días me he sentido muy mal: dolores de cabeza, insomnio, ansiedad y tos seca, agotamiento en aumento, en fin. Mientras el tiempo transcurre lentamente, pienso que aun cuando esto pase pronto, va a ser difícil que vuelva a ver a mis nietos, y si los veo no van a poder abrazarme ni besarme, por la sana distancia. Pienso en todo lo que queríamos transformar y lo poco en lo que nos perdimos. Vamos a ver qué pasa, pero ojalá entendamos que el mundo no pude seguir así. Estas enfermedades evidencian que el planeta esta enfermo, porque es un ser vivo.”

Me encantaría escuchar un diálogo de 3 niveles de conciencia y 6 frentes que analizar y pensar, entre el cacomizcle del cuento del principio y este colega y maestro de vida -luego, esperando que sobrevivamos, les platico qué pasó con él – a ver si platicamos profundamente qué pasó con nosotros, nuestras familias y amigos. A ver si nos reencontramos en el espacio público que prefiero anormal, y no de nueva normalidad. Porque la normalidad es instalación y la anormalidad es itinerancia.

Finalizo con una frase reciente de Boaventura de Sousa en su libro “La cruel pedagogía del Virus” (recomiendo el libro completo, no tiene una letra de desperdicio)[11], que me dejó pensando: “Solo mediante una nueva articulación entre los procesos políticos y civilizadores será posible comenzar a pensar en una sociedad en la que la humanidad asuma una posición más humilde en el planeta en el que habita (…) El virus nos esta enseñando algo, y muchos no nos estamos dando cuenta de ello.”

La juventud va a apostar por cambios radicales desde la política y los procesos civilizatorios, lo viene haciendo desde siempre. En México se acentuaron en 1968, en 1985, en 1999 y en 2012. La vorágine no ha parado desde 2014 con Ayotzinapa, y aunque estamos apenas queriendo alcanzar el pico de la epidemia, parece que estos ímpetus no fueron vencidos por el Coronavirus, sino más bien se acentuaron en las diferencias y desigualdades que la epidemia sólo mostró, porque ya estaban ahí. La Filosofía de la Historia nos dice que así es siempre, y que debemos estar preparados y lúcidos para escoger las luchas que vienen. Creo que la juventud no se detendrá y me da gusto, porque al igual que mi amigo, considero que las cosas precisan de cambios urgentes, o nos dirigiremos inevitablemente a la extinción. Creo que ahora toca dejar que estos jóvenes lleven el timón de la sociedad. No censuremos ni condenemos la violencia de sus manifestaciones, mas bien asumamos los signos de los tiempos y cuestionémonos qué es lo que provoca tanto enojo y malestar, en qué los estamos lastimando.

 

[1] https://www.lavanguardia.com/cultura/20200404/48295927411/habermas-nunca-habiamos-sabido-tanto-de-nuestra-ignorancia.html

[2] http://dialogosdemocracia.humanidades.unam.mx/portfolio-item/sopa-de-wuhan/

[3] https://cartadelatierra.org/lea-la-carta-de-la-tierra/respeto-y-cuidado-por-la-comunidad-de-la-vida/

[4] https://www.alainet.org/es/active/64553

[5] http://www.servicioskoinonia.org/boff/ Documentos 973-990

[6] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/9903692/05/19/Nueva-Zelanda-deja-de-lado-al-PIB-para-centrarse-en-el-bienestar-real-de-la-poblacion.html

[7] https://igualdadanimal.org/noticia/2016/04/05/el-gobierno-holandes-recomienda-reducir-el-consumo-de-carne-dos-raciones-semanales/

[8] https://www.ing.nl/media/EBZ_ING-Saving_Energy_in_the_Netherlands-May_2013_tcm162-33115.pdf

[9] https://insights.abnamro.nl/en/2020/03/covid-19-impact-on-the-netherlands/

[10] https://www.animalpolitico.com/2020/06/alexander-perfil-adolescente-futbolista-policias-mataron/

[11] DE SOUSA, BOAVENTURA. (2020) La cruel pedagogía del Virus. CLACSO. Buenos Aires. pp. 83-84.

 

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XVII)

PANDEMIA I: SALUD Y BIOPODER

Por: David Sumiacher (CECAPFI, UNAM)

Pandemia[1]

He retrasado una exposición formal de mis ideas en relación a la «circunstancia» actual por el gran margen de incertidumbre que existía al respecto, porque no es igual una crisis de una semana, de un mes, de muchos meses y las proyecciones de “lo que pasará” igualmente han ido variando. Como el ser humano es un ser en el tiempo, la duración de algo determina también la cualidad de lo que está pasando. Y aunque han transcurrido dos o tres meses desde que esto comenzó como un fenómeno mundial y no tenemos mucha claridad de hasta cuándo durará el proceso, lo que sí sabemos es que la incertidumbre sigue allí. Finalmente, cuando la incertidumbre se vuelve una Ley, podemos decir que tenemos también un contexto «estable», en cierta medida, un contexto de incertezas. Dentro de esta incertidumbre como contexto, lo que cada vez resulta más claro es que durante bastante tiempo no podremos pasearnos por las calles a nuestro antojo, ir libremente a los parques o a un concierto de jazz de manera inmediata. Eso parece mostrar buena parte de lo que se ve y se está diciendo en el mundo.

Algo que verdaderamente resulta preocupante que hoy en día casi se ha puesto de moda hablar de la “nueva normalidad”. Suena muy atractivo, porque parece una forma interesante de llamar a un proceso más bien desconocido, pero no porque no pueda conocérselo en alguna medida, sino porque se dedica muy poco tiempo y energía a reflexionar seriamente sobre el asunto. ¿Quién determina esa “nueva normalidad”? ¿Bajo qué criterios ha de plantearse? ¿Quiénes son los especialistas que se encuentran sopesando tales cosas? Al parecer los criterios que priman para definir este estado modificado de las cosas son la cuestión económica y el “control del virus”, pero en general se observa una respuesta más bien impulsiva y falta de atención respecto a la calidad y las necesidades de la vida y realidad de los ciudadanos. ¿Qué cantidad de humanistas, psicólogos, sociólogos, filósofos, etc. están participando en la construcción de estas proyecciones? Normalmente ninguno.

EFE/ Marta Pérez

La Organización Mundial de la Salud es un líder respecto a todo esto. En especial en lo que respecta a las “opiniones oficiales” de la Pandemia y la “nueva normalidad”. De hecho, esta organización utiliza hoy con frecuencia este concepto que refiere a una multiplicidad de ámbitos y no solo al de la salud. Aún cuando en su definición de la salud, ellos mencionan que la salud no es solamente la ausencia de enfermedad, sino un estado completo de bienestar físico y mental[2], la gran mayoría de sus comunicados no tienen que ver con esta visión y solo refieren a “evitar el contagio”. Aunque este virus tiene aproximadamente un 5% de mortalidad respecto a las personas que se contagian, no existen casi orientaciones respecto al 95% de la población que sigue viva y es la que se encaminaría hacia esa “nueva” normalidad. Por supuesto que tiene sentido el evitar los contagios y la muerte de las personas, pero cabe preguntarse qué es lo que sucederá con la población de nuestro planeta… La OMS, como parte de las Naciones Unidas, tiene la función de dar recomendaciones y orientaciones para la salud de la población a nivel mundial. Sin embargo, desde hace ya casi una década que más del 82% de los miles de millones de dólares que componen su presupuesto provienen de empresas farmacéuticas y donantes privados que, además de brindar ese dinero, pueden escoger en qué área y qué proyectos específicos de la OMS será utilizada su donación. Estas no son especulaciones, son cosas completamente documentadas y fácilmente comprobables[3].

¿Quién controla a este organismo? ¿Bajo qué parámetros posee la potestad de dictar pautas de la “normalidad”? En un mundo de diversidad y democracia, ¿no debería ser un organismo interdisciplinario el encargado de construir este tipo de propuestas? Y pensando solo en el ámbito sanitario, ¿no debería haber una pluralidad de organismos ocupados de observar y cuidar que las medidas en torno a la salud de toda la población mundial sean las pertinentes a nuestras necesidades? Con una estructura institucional como la antes descrita, con mucha facilidad en la OMS pueden filtrarse todo tipo de intereses empresariales y económicos que en nada tienen que ver con la salud de la población. Esta semana (finales de mayo 2020), la OMS ha declarado que “todavía estamos en el primer brote de la ola de contagios” a nivel mundial. Esto quiere decir que la cosa sin duda seguirá. ¿Quién controlará la transparencia de este organismo y los intereses que efectivamente representa? Si vivmos en una concepción democrática de la vida social y política, ¿qué participación tiene el ciudadano común respecto de la OMS? ¿Votó alguien a la OMS y sus representantes? Son preguntas interesantes para esta época.

Biopoder

En los textos de finales de la vida del filósofo francés Michel Foucault, encontramos ampliamente desarrolladas las categorías de biopolítica o biopoder. Estas tienen que ver con la idea de que, en épocas anteriores, el poder se sostenía en la capacidad del soberano de dar muerte o utilizar a las personas para la guerra. Sin embargo, en la actualidad, poco a poco el poder se fue basando en la capacidad de gestionar la vida. Esta es una diferencia sutil pero sumamente importante. El biopoder ha actuado, según Foucault, de dos formas, una de ellas es llamada las “disciplinas del cuerpo”, centradas en el adiestramiento y la vigilancia y la otra en los “controles de la población”. En esta segunda forma, se estudian los cuerpos en tanto soportes de procesos biológicos colectivos, utilizando medidas biológicas e higiénicas que se fundamentan en la estadística y en el control de la natalidad, la mortalidad y la longevidad. Este es el poder que según Foucault se ejerce en nuestra época, mismo que ha sido analizado también por autores contemporáneos como Roberto Espósito.

Paul Beatriz Preciado, dice que esta bio-vigilancia se ha dado en esta Pandemia en todo el mundo a través de dos formas. Una de ellas es el confinamiento más o menos obligatorio (en muchos países estríctamente obligatotorio), la otra es el énfasis en la detección del virus y el control y vigilancia estricta de los enfermos a través de medios informáticos, de tests y de detección de la localización de personas a través de tarjetas de crédito, teléfonos móbiles, etc. Nadie está diciendo que estas medidas sean o no las adecuadas, el punto que me gustaría analizar es cómo se desarrollan las cosas. Digámoslo de otra forma, existen muchas maneras de llevar a cabo un confinamiento o entender “dónde está el virus” si estas fueran las medidas “adecuadas”. Evidentemente no podemos permitir que la población enferme o muera y hay que tomar acciones para ello. Pero cuando sobreviene una crisis como esta suele ser difícil considerar las cosas con suficiente cuidado y claridad. Es el problema que acontece cuando lo urgente se sobrepone a lo importante, no hay tiempo para pensar. ¿Por qué nos es tan difícil pensar la situación actual?

Michel Foucault

Desde el inicio de nuestra existencia, podemos decir que los seres humanos hemos tenido temor a la muerte. El temor es una respuesta institiva que ayuda a que nuestra vida se preserve, en muchos casos, aún contra nuestra voluntad. Nadie negaría que el miedo tiene una razón de ser, pero eso no significa que nos ayude en todo momento. En general no estamos muy acostumbrdos a lidiar de manera cotidiana con aspectos como el significado de la vida y  de la muerte que hoy tenemos frente a nosotros como las juguetonas calacas del día de muertos. Pareciera algo extraño pero no “vemos  esto en la escuela”, en general el tema de la muerte es algo que solemos evitar. La hiper-especialización que comenzó a finales del Siglo XIX en Europa, fue alejando más y más ese tipo de temas del ciudadano común. Así como a finales del Siglo XVIII denunciaba Kant que, como especie, delegamos el poder de razonamiento en material legal, política o espiritual a los funcionarios o sacerdotes, también en el Siglo XX y XXI, hemos delegado casi por completo nuestra competencia para poder razonar en en estos temas. Todo se lo hemos cargado a la medicina y esto es entendible en cierta medida. Dada la complejidad de esta disciplina no nos sentimos capaces de tomar partido o dar opinión en nada que tenga que ver con “el ámbito de la salud”, de pronto parece.

Evidentemente, la medicina como disciplina teórica y práctica encierra una gran complejidad y requiere de un estudio pormenorizado que lleva decenas de años o incluso toda una vida. Sin embargo, la medicina trata normalmente sobre el “arte de curar”, porque busca la “salud” de las personas. ¿Pero qué es la salud? Sabemos hoy en día que el ser humano es un organismo complejo que vincula permanentemente sus estados físicos con sus estados emocionales, hormonales, alimenticios, culturales, etc., ¿en qué medida la medicina actual toma en cuenta esta complejidad en su operar como práctica social? ¿Cuánto sabemos científicamente respecto las vinculaciones de la salud con factores como la alimentación, el estilo de vida, las relaciones armónicas o conflictivas con los demás, la realización de nuestros propósitos personales, las emociones o la espiritualidad? Más allá de la triste coincidencia, la antigua medicina china, que en la actualidad se utiliza en el sistema de salud de este país para curar a la gente, no es considerada científica por la mayor parte de las instituciones occidentales.  Esto no quiere decir que con ella se solucionen todos los problemas médicos de la humanidad, pero dada su utilización tan extendida, es evidente que funciona más allá de que en occidente no tengamos los conceptos suficientes como para entender cómo es esto posible.

El contacto con los otros es un criterio fundamental también para la salud que ha sido estudiado en muchísimas ocasiones desde el aspecto filosófico (el Otro me constituye), psicológico (tengo una necesidad por el otro) y fisiológico (el ser humano conforma su sistema hormonal y fortalece su sistema inmunológico a partir de la vinculación física con los demás). Y aunque el paradigma médico imperante no pueda entender cómo algunas personas se enferman más que otras o cómo algunas personas se curan de cosas que parecían incurables, no hay duda de que el vínculo con los demás es algo que al menos en la teoría sí considera. ¿Qué lugar juegan los vínculos con los otros en materia de la salud? ¿Cuáles son las cosas que no podríamos abandonar de vincularnos con otras personas? ¿Puede alguien mantenerse sano en completa soledad? Si los vínculos pasaran a ser virtuales, se requiere de pormenorizados análisis fenomenlógicos de las formas de vinculación que efectivamente se estén realizando y cómo se realizan. Aunque no fueran los médicos quienes realizaran esto de manera directa, quien fuera que determine las medidas “saludables” para la población, debería interesarse en ello. Las relaciones al interior de las familias también cambian con las medidas de confinamiento pero nadie parece hacerse cargo de todo esto. El paradigma médico actual, con sus pros y sus contras, parece entender que los vínculos tienen un lugar de importancia en la consideración de la salud de las personas pero muestra una gran inoperancia al respecto.

Finalmente, la realidad, y también la disciplina médica que es parte de ella, está repleta de incertidumbres y de preguntas que en el fondo también son filosóficas. Si se trata de preservar la vida y evitar la muerte, ¿no son estos temas cuestiones fundamentales de la filosofía? En las comunidades de los pueblos originarios de América, por ejemplo, se le da un profundo significado tanto a la vida como a la muerte y hay una relación directa entre la salud, la curación, el vivir y el sentido de ese vivir, ¿no tiene esto algo de sentido? Pensar que la medicina simplemente nos “mantiene” con vida y que la filosofía se encarga de decidir para qué será ese vivir o ese morir, contiene en sí mismo un error de concepto. Por eso Sócrates aceptó tomar un veneno, porque no veía esa separación y  su muerte significaba, así como lo hacía su vida. ¿O acaso Nietzsche hubiera hecho todo lo que hizo para preservarse en medio de su endeble salud, si no hubiera tenido un pronfundo incentivo filosófico que lo motivara? Solo es signo de ignorancia el creer que la mantención de la vida y que el sentido de la vida son cosas diferentes que operan en compartimentos estancos. Pensar que la filosofía estudia la vida y la muerte en un sentido radicalmente distinto al de la medicina, es producir el mismo tipo de “hombres abstractos” tan nocivos y alienados como los que criticaba el marxismo; es pretender un hombre desarraigado, sin soporte, sin cuerpo.

Que exista una especialidad médica no quiere decir que no se puedan enteder los grandes paradigmas en los que opera la medicina. Es como si yo no pudiera cuestionar éticamente a un abogado por no saber de derecho, eso es demeritar nuestra inteligencia. Es muy fácil normalizar ciertas prácticas y concepciones, pero eso no significa que ellas respondan a lo que somos o a lo que queremos. La medicina necesita de la filosofía y la filosofía tiene que pensar seriamente la medicina si quiere combatir o mesurar los diversos efectos que podríamos vivir en las próximas épocas a partir del biopoder. La Organización Mundial de la Salud opera en base a paradigmas sumamente atomistas y cartesianos. Aunque por momentos pareciera afirmar lo contrario, el cuerpo es algo completamente distinto a la psyché, a la mente y las emociones. Por eso la medida principal propuesta por este organismo para combatir este virus tiene que ver mucho más con  -evitar el contacto- que con -subir las defensas- o el sistema inmunológico. Se pondera una política de -protección- antes que de la -afirmación de sí- y no se protege emocionalmente a las personas. Esto no quiere decir que las medidas higienicistas planteadas sean incorrectas o que no pudieran hasta cierto punto tener efectividad. Pero se plantean sin responsabilidad social, ya que no existe una preocupación por lo que pasa con los ciudadanos que acepten o sigan estas medidas, no existe un cuidado por el sentido de base respecto a lo que se está creando.

Es fácil olvidarnos de nuestra raigambre viva, de que todos nuestros pensamientos y acciones tienen una base fundamental que les da origen. Sin ser conscientes de la importancia de la vida como fundamento primero, tampoco podemos darnos cuenta de la importancia de la muerte, ni podemos comprender demasiado acerca de cómo generar un acercamiento filosófico con la medicina. Los colegas abocados al campo de la bioética o aquellos que realizan prácticas filosóficas en el ámbito de la salud están abriendo aquí un interesante camino, pero falta aún mucho por recorrer. Si no estuviera interesado en vivir, ¿de qué me sirve cualquier tipo de concepción médica? Pero como buscamos mantener nuestra vida sin saber para qué y como utilizamos la técnica médica sin tener en claro por qué lo hacemos, es que se abren las puertas para una aplicación del bio-poder tan inmensa y pueden los organismos médicos hablar con toda autoridad respecto de la “normalidad” que nos tocará vivir.

El miedo es otro factor interesante a analizar aquí. Así como decíamos antes, el miedo como una reacción primera frente a una amenza puede ser bueno, pero cuando se transforma en un elemento constante, resulta un gran problema, principalmente por su carácter inmovilizante e imposibilitador. Cuando alguien se asusta se aquieta y esto se refuerza con el confinamiento. Si esto durara uno o dos años, ¿estaríamos todo ese tiempo viviendo inmersos en el miedo? Qué triste sería… La gente no está acostumbrada, no ha sido preparada, ha delegado toda la reflexión sobre su propia muerte a otras personas. Entonces se encuentra indefensa, con grandes dificultades para asumir una posición de autonomía del pensar cuando le dicen que “corre peligro”. Aún cuando todos vamos a morir, no esperamos ni nos preparamos para este tipo situación en relación a la muerte. El pánico, la ansiedad, la depresión y otros males que aquejan hoy a nuestra sociedad surgen de la relación con el miedo a la muerte y se potencian con la reclusión, el mal-cosumo de información sobre la situación actual, etc. No nos hemos preparado para la cercanía con la muerte, ¿y poodemos hacerlo ahora? Todas las crisis contienen una vía de oportunidad, pero nada de esto puede hacerse si no se asume una apertura y una posición reflexiva desde sí mismo.

La “nueva normalidad”

Como ha dicho Enrique Dussel, es posible considerar que esta pandemia esté marcando el fin de una época. Él la llama el “fin de la modernidad”, aunque puede tener muchos nombres. Esto es posible dado el grado tan intenso de crisis y cambio que implican estos momentos. Pero nada de esto puede darse sin una sociedad que reflexione. Confinamiento sin reflexión puede dar lugar a cualquier tipo ecuación. Aunque necesitamos del gran poder reflexivo tampoco existen las instancias que promuevan o apoyen esto de manera clara y constante. En CECAPFI, el centro que dirijo, con un amplio grupo de colaboradores de distintos países, desarrollamos más de 40 espacios de cafés filosóficos virtuales abiertos y gratuitos para reflexionar sobre estos temas. En la gran inmensidad que significa nuestra población mundial, esto es solamente una aguja en un amplio pajar. Pero la reflexión se desarrolla asumiendo la valerosa actitud de atreverse a afirmar y afirmarse en medio de la incertidumbre y adquirir compromisos con esas afirmaciones lanzadas a la existencia. En el mes de mayo, en México, hubo un 77% más de denuncias de abusos contra la mujer y los niños que en el mes de abril, al parecer no todo el mundo está utilizando este tiempo para pensar. ¿En qué medida estamos preparados para todo esto? ¿Cómo es posible estar tranquilo, cuidarse y cuidar al otro aún cuando tengamos a la idea de la muerte en la puerta de nuestra casa? Estas son cosas que la población necesita preguntarse en forma permanente.

Hay varios tipos de liberaciones que esta “crisis sanitaria” podría implicar. Una de ellas es la liberación en el campo biológico, médico, a la que he referido a lo largo de este texto. Esta tiene que ver con asumir una posición consciente respecto de nuestra salud, nuestra vida y nuestra muerte. Aún cuando utilicemos o tengamos en cuenta el conocimiento propio de la especialidad médica, podemos hacerlo en forma reflexiva desde lo que sería, en ciencias sociales, un paradigma contemporáneo e interdisciplinar. Otra de ellas es la liberación informática. Debido al mayor volcamiento informático que esta circunstancia está implicando, las personas depositan allí, al final de cuentas, mucho más de sí mismos. Esto no es algo nuevo, pero nuestra época lo ha exacervado, e implica la necesidad de que nuevas formas de control y manejo de la informacion informática sean de conocimiento público e incluso se enseñen en la educación. El tema de los vínculos es otro de los puntos sumamente importantes en el momento actual. Muchos temas que no puedo tratar aquí y ahora. Es muy cómoda la posición que hasta el momento hemos asumido, pero uno de los cambios propios de esta época es justamente ese, la asuncion de mayores responsabilidades ciudadanas aún cuando estemos desde nuestras casas.

La “nueva normalidad” por ahora es potestad del sector salud (y en segundo lugar el financiero), pero vale recordar que esta normalidad implica la totalidad de las acciones en el mundo que realizan los seres humanos. ¿No sería adecuado una pluralidad de organismos de carácter abierto y público para considerar este tipo de planteamientos? Crear instituciones filosóficas y reflexivas en el sector salud, esa es otra de las demandas propias del momento actual. Son aspectos que tal vez no habíamos considerado tanto anteriormente, ya que no habíamos vivido nunca un evento tan intenso, análogo y global a la vez. Preservar la vida sin un sentido para esta preservación es una forma de pensamiento sumamente rudimentario y primitivo y sin duda esto ocasionará todo tipo de problemas. La gente en algún momento no soportará esa condición. Es una necesidad propia de nuestra época la aparición de valientes personas, que aún con el riesgo de la muerte y tomando medidas de precaución para cuidar su propia vida, puedan alzar la voz, proponer, discutir y dialogar con lo que acontece. Aún en la pandemia seguimos creando, seguimos construyendo, seguimos viviendo. Los que puedan hacer y crear desde esta frontera, seguramente podrán brindar luces útiles y necesarias en este álgido momento.

[1] Por ser este un texto de carácter social reservaré las citas únicamente para referir a la justificación en relación a aspectos o cuestiones ligadas a este punto.

[2] https://www.who.int/about/who-we-are/constitution (consultado el 30 de mayo de 2020).

[3]https://cadenaser.com/ser/2016/06/13/sociedad/1465814899_603885.html, http://saludypoder.blogspot.com/search/label/OMS, http://www.migueljara.com/2016/08/26/la-oms-esta-financiada-por-farmaceuticas-y-multimillonarios-como-bill-gates-microsoft/https://www.youtube.com/watch?v=dq8k_aQYAIQ&app=desktop (consultado el 30 de mayo de 2020).

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XVI)

LA “CUARENTENA” Y NUESTRO ABISMO

Por: Angel Alonso Salas[1]

El COVID-19 nos ha llevado a una cuarentena sui generis, en donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decretado que ante la pandemia del coronavirus México se encontraba en la fase dos, y muchas horas después, fue ratificada dicha decisión por las autoridades sanitarias de dicho país. Hoy seguimos viendo como no llegamos a “aplanar la curva” y aunque estamos en la fase tres desde hace varias semanas, nos vemos obligados a regresar a la “nueva normalidad”, y en breve, dependiendo de cómo avance o no el semáforo y nos encontremos ubicados en colores rojo, anaranjado, amarillo o verde se terminará el “confinamiento” y nos enfrentaremos a convivir con las nuevas reglas cívicas y morales ante esta pandemia. Sobra decir que es difícil imaginar el regreso a la normalidad y cómo se resolverá toda la incertidumbre económica, educativa y social que ha generado este “encierro”.

ABISMO. El Agua Fiordo

Más allá de que las decisiones de cancelaciones de eventos masivos, suspensión de clases o cierres de lugares públicos se hayan dado en tiempo y forma, existe una realidad que pocos hemos querido analizar: las implicaciones que tiene una “cuarentena”, el estar encerrado en casa y el limitar las actividades públicas y quedarse confinado en el ámbito de lo privado. Cabe destacar que, en una cuarentena real, una persona termina aislada en alguna sala del hospital y no es precisamente quien está confinado en su casa por unas semanas por una emergencia sanitaria tomando “una sana distancia”.

Si nos remontamos a los meses de enero o febrero, era común el pensar y añorar los puentes vacacionales; el estar un día en casa para pasar todo el tiempo viendo alguna serie; el no acudir al trabajo, y, resolver los asuntos laborales desde la comodidad de su hogar. Hoy, ese sueño guajiro es para muchos su actual pesadilla y un hecho que les ha hecho repensar lo que uno desea.

Memes, videos, noticias, cifras y chistes inundan nuestras redes sociales sobre el COVID-19. Información sobre cómo prevenir y qué medidas higiénicas deberíamos de tener presentes en cada momento ante esa situación de fases y contagios de enfermedades. Micromachismos e ingenio para matar el ocio en época de pandemia. Comparativos de lo que sucede en Alemania, Estados Unidos, Italia, China o España y cómo actúan los responsables de cada nación. Teorías sobre el complot y, una profunda ignorancia sobre cuestiones sanitarias aturde a todo usuario de una red social. Compras de pánico y un frenesí por adquirir lo más que se pueda para prepararse para una especie de apocalipsis zombie en nuestro bunker de 40 o 60 metros cuadrados. Cifras escalofriantes sobre violencia intrafamiliar o de género; de conocidos, vecinos o familiares cuya causa de defunción fue una neumonía atípica o el COVID-19; operaciones quirúrgicas y procedimientos médicos no urgentes postergado con las nuevos requerimientos que se darán en los siguientes meses; el desconocimiento que algunos padres tienen hacia sus hijos y viceversa; el no saber convivir con quienes co-habitamos más de lo que era necesario; un elevado índice de divorcios, despidos y denuncias por algún tipo de violencia intrafamiliar están por darse a conocer, constituyen elementos que nos llevan a comprender los motivos por los que esta “cuarentena” para muchas personas se ha convertido en algo incómodo, insoportable e inclusive, que nos muestra nuestros abismos y demonios.

Nietzsche-Montaje-Fer

Muchas personas argumentarían que una sociedad que carece de espectáculos y eventos deportivos, culturales o sociales no es fácil de sobrellevar. Ahora valoramos efímeramente el papel de los docentes, cuidadores, estancias, médicos y enfermeras. Y nos debería de dar vergüenza ajena el que el personal sanitario sea atacado, denigrado e insultado por cumplir con su labor. Sin embargo, detrás de este desconcierto que supone el “quedarse en casa” para proteger y cuidar a todos los que formen parte de los sectores vulnerables del COVID-19 (mayores de 60 años, personas con enfermedades respiratorias, diabéticas, VIH, mujeres embarazadas, niñas y niños, entre otros), bajo el argumento de que “no son vacaciones sino es una contingencia”, han llevado al borde del colapso a muchas familias y a repensar cómo seguir las indicaciones si nuestra subsistencia económica depende del “día a día” en la calle, con los clientes, o simplemente con las redes sociales de apoyo que paulatinamente se han ido cerrando por la contingencia: casas de estancia, escuelas, museos, cines, bares, restaurantes, iglesias, deportivos, entre otros.

El hecho de que cada quien se quede en casa con los suyos o que sigamos en nuestras actividades, pero en modo on-line, nos podría hacer pensar que la actividad que realizábamos en la cotidianeidad, como el asistir a la escuela, al trabajo, a realizar las compras, o simplemente, el ir a misa, la plaza o al cine, son actividades de las que podríamos deducir dos cosas. Por una parte, el tomar conciencia de que este trabajo virtual hace manifiesta la condición de que cada uno es fácilmente sustituible por quienes manejen mejor esos recursos o que tengan los elementos para manejar dicha infraestructura digital, y, por otra parte, que esas actividades lúdicas, de esparcimiento y entretenimiento simplemente son recursos que utilizamos para anestesiar nuestra soledad y abismo que tenemos en nuestro interior. ¿Por qué motivo una cuarentena aterra a tantas personas? ¿Por qué razón muchas personas están padeciendo y sufriendo el estar confinado en el interior de sus casas? ¿Acaso no estábamos acostumbrados a convivir con los nuestros? ¿La obligación de estar encerrado y no poder salir nos ha confrontado con nuestro ser más profundo? ¿Este confinamiento nos esclavizará aún más a alguna aplicación y a que cada uno se quede frente a una pantalla o tableta quejándose virtualmente con otra persona confinada? ¿Qué pasará cuando se acerque otoño y se junten la época de las influenzas con el coronavirus y bajen las temperaturas? Estas y otras preguntas que podríamos seguir enlistando apuntan a algo más profundo: cierto vacío y abismo que no sabemos cómo paliar y atender.

Nietzsche narra en Así habló Zaratustra, el discurso de “La más silenciosa de todas las horas”, en donde el mismo Zaratustra se ve obligado a volver a su soledad, “pero esta vez el oso vuelve de mala gana a su caverna”[2] en donde dialoga con su hora más silenciosa: su propio abismo. ¿Cuántas veces hemos huido a estar en silencio y a confrontarnos con nosotros mismos? La experiencia del abismo es crucial en nuestras vidas. Ese silencio no es la ausencia de sonido, sino el saber que en ocasiones uno se encuentra con uno mismo, lo que produce metafóricamente un vacío o una experiencia de estar frente a un abismo. Es un momento de nuestra existencia en el que debemos convertirnos en jueces y verdugos de nosotros mismos, en donde ponemos sobre la mesa lo que pensamos, deseamos, sentimos, anhelamos, tememos y creemos. No es fácil estar consigo mismo, enfrentar-se y conocer-se, por eso huimos escuchando algo que nos lleve a la fuga de ese instante y momento en donde uno está presente consigo mismo.

Es posible que muchas personas desconozcan qué hacer y cómo lidiar no sólo con los otros o los nuestros, sino con aquellos que convivimos, y que ahora, tal vez comprendamos, nos acerquemos o delimitemos aún más la distancia afectiva, real y emocional con los que están más cercanos: la familia, la pareja, las amistades. Ese silencio que da el confinamiento es el que nos confronta con otras voces que tenemos en nuestra interior, la sociedad, la moral, los otros que nos juzgan y marcan el camino de qué hacer, cómo pensar y cómo comportarnos de una manera correcta, formal y vacua, en donde creemos pertenecer a algo o a alguien, y tal vez esta cuarentena muestre lo efímera o falsa que era ese vínculo.

Enfrentar nuestro abismo, nuestras propias y auténticas voces (si es que las hemos escuchado o les hemos dado cabida a su expresión) es lo que enfrentó Zaratustra en el pasaje anteriormente citado. Es la confrontación entre el león y el niño que emerge de su interior, es ese susurro que le dice “las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de palomas dirigen el mundo”.[3] La pregunta es sencilla ¿de qué manera esta emergencia del COVID-19 nos confronta con nuestro propio abismo? ¿cómo hemos resuelto este abismo ante la posible liberación de la cuarentena? Preguntas que tendrán que afrontar y resolver la filosofía y otras disciplinas una vez que volvamos a esa incierta “nueva normalidad”.

[1] Profesor de Tiempo Completo en CCH, UNAM. Twitter: @iberoangina

[2] Nietzsche, F. Así habló Zaratustra. Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza Editorial, 1997, p. 202.

[3] Ibid., p. 214.

Serie: LA FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN TIEMPOS DE #CORONAVIRUS (XV)

¿CÓMO PUEDE AYUDAR LA PRÁCTICA FILOSÓFICA EN ESTA SITUACIÓN LÍMITE?

Por Paulina Ramírez

Coordinadora Internacional de CECAPFI Mundo

CECAPFI, SUCF y Pragma se dieron a la tarea de reunir a filósofas y filósofos prácticos de Italia, México, España, Estados Unidos, Francia, Turquía, Uruguay, Argentina, etc., para mandar un mensaje a la sociedad en relación a ¿cómo puede ayudar la práctica filosófica en esta situación límite?, y ¿qué puede dar la filosofía a una sociedad de personas aisladas?

 

Les compartimos el video y esperamos sus comentarios

https://www.youtube.com/watch?v=AExkMXH_mX8&feature=youtu.be

Muchas gracias.